Irene Evel Cordiano
Un momento de hermosa comunicación con mi hijo Daniel, de cinco años, es cuando llega "la hora del cuento". Esto puede ocurrir en un rinconcito de la mañana, al volver del Jardín, antes de mirar los dibujitos en la televisión o después de la merienda. Pero, al final del día, cuando el sueño revolotea alrededor del nene, la hora del cuento se convierte para nosotros en un rata placentero y dichoso. En un mágico viaje al reino de "había una vez ... " habitado por hadas, duendes, animales parlantes, robots, series del espacio, gigantes, objetos animados .... y mucho más.
Daniel participa, primero escuchando atentamente: la respiración casi contenida, los ojitos brillantes, el cuerpo quieto.
Luego se convierte en creador: inventa situaciones y finales, dibuja, juega con las palabras y con la musicalidad de ciertas frases.
Dice la Dra. Sylvia Puentes de Oyenard:
"La madre que le cuenta historias a su hijo fortalece el vínculo afectivo, acrecienta el vocabulario potencial de ese niño, lo acostumbra a estructurar oraciones y le facilita la mejor expresión de sus ideas y sentimientos."
Mi hijo tenia cuatro meses cuando le leí el primer cuento. Fue La bolita azul, cuyo autor es Fausto Zuliani, su papá, qui en en el artículo, El cuento en el hogar y en la escuela, comenta:
''A mi hijo, su mamá y yo le leemos cuentos todas las noches y se duerme feliz. Es poco trabajo para tanta recompensa."
Los cuentos le ofrecen a Daniel respuestas a casi todos sus interrogantes. Lo divierten, lo emocionan, estimulan su imaginación, enriquecen su mundo interior y su lenguaje y lo ayudan a soñar.
Me siento contenta y satisfecha porque estoy formando un futuro lector. Alguien que jamás estará solo porque tendrá la maravillosa compañía de un libro.