Diciembre 2013

La lectura de los textos académicos en el Nivel Medio

Por Liliana Julia Suetta Alinovi Y Graciela Rosa Gallelli

En primer lugar debemos decir que Leer es atribuir significado a un texto, es interactuar con él para desentrañar su sentido. La comprensión e interpretación de lo que se lee está siempre ligado a los conocimientos previos y a la subjetividad del que lee. Es él quien debe comprender lo que el autor quiso trasmitir, y confrontar con sus propias expectativas Esta concepción acerca de la lectura invita a un trabajo personal de reflexión, análisis, inferencia e hipotetizaciones que favorecerán el desarrollo de un pensamiento complejo.

Sin embargo, la lectura que se realiza en la escuela es impuesta, inducida, lo que contradice la definición misma de lectura, dada la subjetividad e intencionalidad que le hemos asignado al acto lector.

Juan Mata también convalida esta afirmación cuando nos dice:”La lectura escolar se haya asociada con el fastidio y los exámenes, es un error mayúsculo. Seguir anclados en la idea de que el aprendizaje es fruto del esfuerzo y no la consecuencia de un regocijo, resulta anacrónica y perturbadora. ¿Significa eso predicar la diversión permanente, el juego perpetuo? No, desde luego. El placer de la lectura puede lograrse en un estado de quietud, silencio y concentración. La satisfacción tiene que ver con los motivos, las expectativas, los procedimientos o las promesas de la lectura, cuyo cumplimiento compensa y anima a seguir leyendo”.

En general, en el Nivel Medio, no se presentan situaciones variadas de lectura en las diferentes asignaturas. Esto hace que la lectura no sea percibida como una necesidad, sino más bien como un peso. Hay muchos alumnos que terminan la escolaridad aborreciendo la lectura, no los textos de una asignatura sino “la lectura” En este caso la escuela y los docentes han fracasado. Si este sentimiento se da en alumnos aplicados y responsables que logran evaluaciones satisfactorias, el problema se torna mayor; somos los docentes los que debemos hacernos cargo de esas limitaciones que -de una u otra manera- hemos favorecido. Muchas veces, aun la lectura de textos literarios, se escolariza (El término escolarización se utiliza para significar que las actividades que se promueven en la escuela a través de estos textos sólo tienen sentido dentro del ámbito escolar).

Es importante considerar las características de los alumnos que asisten al Nivel Medio. Ellas nos permitirán comprender el porqué de las carencias de comprensión lectora que presentan, pero además, nos darán algunos indicios para elaborar una propuesta didáctica para el trabajo con la lectura.

Los adolescentes, si bien tienen la posibilidad de desarrollar un pensamiento complejo y abstracto, el contexto en el que se desarrollan les brinda estímulos que los mantiene alejados de esa posibilidad y permanecen “pegados”, “fijados” a la imagen. Con video clips, la play, el monitor y el celular con jueguitos, establecen un vínculo estrecho y casi exclusivo con la imagen. Si bien esta relación desarrolla en ellos la capacidad de observación y una capacidad de decodificación diferente de la que somos capaces los adultos los aleja, en cambio, de la posibilidad de vincularse con textos que les exigen un proceso de observación y decodificación arbitraria, y por lo tanto más compleja. Además, hay que agregar, que el uso de estos instrumentos les exige una acción directa que los compromete e involucra. La lectura, sobre todo aquella que es impuesta desde la escuela, no los motiva ni interesa “per se”, Comenzar por la complejidad de un contenido histórico, filosófico o sociológico sin antes haber contagiado el placer de leer, será un esfuerzo en vano.

Se puede afirmar que, en el Nivel Medio, la calidad de los aprendizajes puede asociarse a las oportunidades y situaciones de lectura que se brindan. En este punto se puede relacionar el concepto de estudio con el de lectura.

A partir de lo dicho podemos afirmar que la lectura en el Nivel Medio es una estrategia tanto para el alumno como para el docente. El alumno lee para aprender y el docente debe generar situaciones de lectura para promover el aprendizaje, es decir para enseñar.

Es frecuente que los profesores comuniquen consignas diferentes con la finalidad de aproximar a los alumnos al estudio de un tema. En algunas oportunidades dicen: “Lean el capítulo referido a la inmigración”, por ejemplo. En otras, utilizan el verbo “estudiar”. ¿Cuál es la diferencia entre una y otra consigna? ¿Se especifica esa diferencia? Podría interpretarse que hay una confusión inicial en la comunicación de la actividad, ¿cuál es la intención que el alumno debe poner en la lectura que se le pide? ¿Cuando se estudia no se lee? ¿Qué otra intención se pone en la lectura en la escuela, cuando no se lee para estudiar?

Comencemos por clarificar términos:

*- ¿Qué quiere decir estudiar? *

*- ¿Cómo tienen que realizar el estudio? *

- ¿Para qué?

Acerca de la acción de estudiar dice el diccionario: *Ejercitar el entendimiento para comprender una cosa. Pensar insistentemente sobre un asunto para resolver sobre él. *

Pues bien, cuando un docente dice: “Estudien…” ¿Todos los alumnos saben que deben “ejercitar el entendimiento para comprender lo que tienen que aprender? ¿Que deben pensar insistentemente sobre el asunto?” ¿Lo entiende así eldocente?

La lectura es una estrategia insustituible para pensar y comprender, pero esas acciones deben enseñarse ya que, una vez adquiridas, deben aplicarse cada vez que se tome contacto con un texto con la intención de aprender. Será responsabilidad de los docentes generar las situaciones de lectura a través de las cuales los alumnos” puedan pensar insistentemente sobre el asunto que deben aprender” Existen distintos tipos de lectura que pueden ofrecer oportunidades para pensar, sacar conclusiones, generar nuevos contenidos promoviendo aprendizajes de calidad.

Tomemos algunos ejemplos que orienten el trabajo.

Conviene aclarar que los distintos tipos de lectura no necesariamente deben realizarse siempre sobre textos lingüísticos. Se pueden leer imágenes, pinturas, películas, gestos, etc. Todos estos recursos nos permiten iniciar un proceso de lectura que podría considerarse más cercano a la realidad de los alumnos adolescentes y para la cual, como ya se ha dicho, han desarrollado capacidades específicas.

Tomemos, por ejemplo, el tema de la inmigración europea del siglo XIX. Podría iniciarse el tratamiento con el aporte de algún documental acerca del tema o algún texto narrativo que dé cuenta de las peripecias de los inmigrantes. A partir de allí algunas preguntas de significación podrían establecer relaciones con hechos o situaciones asociadas a aquella que se narró. En este tema específico se puede vincular con alguna situación vivida por un familiar de alguno de los alumnos. Se podrían elaborar hipótesis acerca de los motivos que llevaron a huir del país natal. Esta primera actividad favorecería la contextualización, y vincularía a los alumnos emocionalmente con el tema. Se podrían generar algunos cuestionamientos para iniciar la búsqueda de información. Será el momento de invitar a los alumnos a leer algún documento o texto expositivo que brinde la información necesaria para dar respuesta a aquellos interrogantes planteados. Hasta aquí podemos identificar dos tipos de lectura:

1.-La primera surgida a partir de elementos gráficos podríamos caracterizarla como inferencial en la medida que propone relaciones con hechos, y/o situaciones diferentes a aquellas que se observaron.

2.-En el segundo caso podríamos proponer un tipo de lectura literal con la finalidad de realizar una búsqueda de información que permita comprender el contexto en que se produjeron los hechos conocidos.

Después, podría realizarse una ampliación del contenido a partir de alguna actividad de intertextualidad. Sobre la base de un texto argumentativo, o de un poema que refiera a la temática. Con estas actividades se presenta una nueva oportunidad lectora que desarrollaría capacidades más relacionadas con las emociones y los sentimientos. Se trata en este caso de una lectura apreciativa.

Como se puede observar, existen diversos tipos de lectura que promueven diferentes aprendizajes, pero todas ellas ayudan al alumno a realizar un estudio profundo del contenido. Estas actividades pueden ser realizadas con textos expositivos o narrativos, pero es el docente quien debe orientar y promover los distintos tipos de lectura según la intención que ponga en la enseñanza. Es importante para que estas actividades se realicen de manera reiterada pero sin rutinizarlas. Si los docentes de las diferentes asignaturas toman estas propuestas para el tratamiento de los distintos contenidos, el trabajo sistemático y en conjunto promoverá un aprendizaje a través de la incorporación de hábitos de estudio y trabajo. “Cada materia requiere un particular modo de razonar, deducir, relacionar, crear, atribuir, representar, expresar. Es decir, una diferente manera de pensar. Tampoco hay una única forma de alcanzar la comprensión. Cada individuo posee una inteligencia única, en la que prevalecen unos factores y se atenúan otros”1 Con un mejor nivel de lectura, se lograrán aprendizajes de calidad.

Sin embargo, con propuestas de lectura variadas y con mayor nivel de significación no se soluciona el otro problema que señalamos al comienzo de esta exposición, y que tiene relación con el sentido de la lectura que se promueve en el Nivel Medio. En la escuela en general y en el Nivel Medio en especial, los alumnos leen por obligación, porque son inducidos a hacerlo. Como ya se dijo, ésta no es la mejor situación para lograr una lectura que sea enriquecedora. Las propuestas que se dieron ayudarían pero lo que hay que lograr es una adhesión personal, un interés y una motivación que genere en los alumnos la necesidad de leer. Este debería ser el compromiso de la escuela, porque representaría un aprendizaje que dejaría huellas para su vida como estudiante de una carrera superior, como profesional o como ciudadano comprometido.

1 Juan Mata. 10 ideas clave de animación a la lectura. Ediciones Grao. Pág 125

por Asociación Argentina de Lectura