Diciembre 2013

La bruma

Texto y fotografías por Isabel Silva

Cuando desperté, ya entrada la mañana, el cielo estaba cubierto y amenazaba

tormenta.

El pueblo estaba desierto y silencioso. Sólo mi auto, estacionado con esfuerzo por

falta de espacio la noche anterior, me esperaba solitario.

*

Bordeando el lago hasta salir del pueblo, llegué hasta el límite donde se inicia el

camino hacia la alta montaña.

Las cumbres habían desaparecido tras la espesa niebla que comenzaba a bajar,

tornando la mañana en crepúsculo.

En el fondo del camino, el ojo de la tormenta parpadeaba con la luz del relámpago.

Sólo se escuchaba el murmullo del agua lamiendo la orilla, en la bajada del muelle.

**

Sentí el frío envolviéndome.

Crucé el bosque aterrada, tratando de encontrar a alguien que me dijera dónde

estaban todos.

Ni un pájaro se cruzó en mi camino.

Al llegar al otro extremo, la bruma cubría todo el lago; y el perfil del Trompul apenas

se adivinaba.

La casi desaparición del horizonte terminó de derrumbar mi esperanza.

***

Cielo y agua eran casi la misma cosa, haciéndome dudar de la realidad y de mi

cordura.

Volví al pueblo.

En el apostadero, una lancha amarrada y sola, que no estaba cuando me fui, se

mecía.

Alguien más -oculto a mi vista-, tal vez me observaba.

¿Tendría que reunirme con los demás ausentes?


Tal vez era mi hora.

Tal vez aún podría volver a despertar.

por Asociación Argentina de Lectura