Diciembre 2012
Por Liliana Julia Suetta
Hace unos días, reordenando papeles viejos que siempre cambio de un lugar a otro pensando que alguna vez podrán ser de utilidad, encontré un diario del año 19981. Al releerlo me di cuenta de que después de tantos años, guardarlo valió la pena, porque me movilizó a reflexionar acerca de un tema que me preocupa desde hace tiempo: Los libros de texto. La nota tiene en grandes letras un título significativo: “*AHORA LOS LIBROS PARA LA ESCUELA SON MAS AGILES, VISUALES Y DIVERTIDOS” *
Voy a transcribir algunos párrafos de la nota que me interesa analizar:
“Textos largos con letras diminutas, en blanco y negro, con alguna figurita por toda ilustración y deslucidas fotos, quedaron relegados en estantes más altos de las bibliotecas. Ahora, los chicos y adolescentes tienen acceso a libros de excelente resolución gráfica, impresos en papel de muy buena calidad, a todo color, con fotografías, dibujos, cuadros, infografías y variedad tipográfica. Algunos además de la tradicional carpeta de actividades, incluyen CD ROM, disquetes, casetes, periódicos, afiches y stickers”.
Con respecto a este primer párrafo es importante señalar que los textos aún antes de la década del 90 comenzaron a presentar estas características. Sin embargo en esos años se produjo una explosión editorial debido a la reforma educativa que se planteó.
Podemos hacer un análisis desde diferentes puntos de vista. Uno, que hace a la calidad de la impresión. Esto resulta importante porque torna al libro más atractivo por la variedad de colores y la variedad tipográfica que va mostrando los distintos niveles de lectura que se proponen y ayudan a una mejor comprensión de lo que se lee.
Otro aspecto que resulta significativo marcar es el que se refiere al uso de fotografías, cuadros, infografías y dibujos. Estas diferentes formas de presentar la información deben generar tipos de lectura variados que facilitan el desarrollo de operaciones de pensamiento, ya existentes en la base del acto de lectura, y que facilitan el proceso lector: la observación, la anticipación, la hipotetización, la inferencia, entre otras. Es decir que el libro, a través de esta nueva estructura, permite un trabajo más completo porque promueve una mejor comprensión de la información que se quiere transmitir. Sin embargo hay un dato no menor del que no se habla: el texto. Esta es la crítica más importante que encuentro en las propuestas editoriales para la educación sistemática. En general estas incorporaciones gráficas que enriquecen la propuesta de lectura no complementan sino que sustituyen la información que los alumnos deben incorporar a través de la lectura de textos.
Los libros con estas características permiten que el maestro, por medio de un buen interrogatorio, pueda orientar la observación de los dibujos y de las fotografías promoviendo la generación de información y una anticipación de lo que se va a leer. Este trabajo no sustituye el paso por el texto escrito que introduce a los alumnos en el mundo del conocimiento. Si bien esta explosión de la imagen debe ser tomada por la escuela porque los alumnos se manejan en el mundo de la imagen, allí se sienten a gusto y desarrollan a través de ella algún nivel de comprensión de la realidad. Sin embargo, es la escuela la que debe estimular el pasaje de un tipo de lectura al otro porque el nivel de abstracción que demanda la lectura de un texto es mucho mayor que el que se pone en juego con la lectura de una imagen, y si bien la escuela debe promover una enseñanza que movilice los intereses de los alumnos no puede quedarse allí, debe orientarlo para que accedan al conocimiento de manera metódica y sistemática.
Más adelante la nota periodística dice:
“Los contenidos vienen organizados de acuerdo con nuevos criterios. Al comienzo de los capítulos aparecen resúmenes de los temas que se van a tratar. A continuación, el desarrollo, y al final, se realizan preguntas que facilitan el repaso, o se proponen actividades de integración”
“…. Antes cuando se estudiaba de memoria, de tal a tal página, los alumnos respondían las preguntas que les hacía la maestra con las mismas palabras del libro. Ahora, así como el texto está más organizado, también exige actividades de pensamiento más elaboradas y formula preguntas para las que hay que pensar, razonar e integrar…”
También aquí se pueden hacer algunas acotaciones. Desde un punto de vista didáctico no es aconsejable realizar preguntas dirigidas a grupos de lectores que tienen diferencias en los procesos de aprendizaje que los editores desconocen. Esas preguntas deben ser realizadas por los docentes que conocen al grupo y formulan objetivos de aprendizaje diferentes y con distintos niveles de profundidad, ya sea por las características de los alumnos como por el contexto en el que se encuentra la escuela. El segundo párrafo del texto transcripto parte de una falacia. No existe una relación de causalidad, como se plantea aquí, referida a que cuando los alumnos estudiaban de memoria respondían las preguntas de los docentes con las mismas palabras del texto. La forma como un alumno responde una pregunta no depende solamente de la forma cómo estudió sino más bien de cómo está formulada la pregunta. Lo que sí puede afirmarse es la situación inversa, la forma cómo se estudia tiene relación con la forma cómo se evalúa o pregunta. Con esta afirmación confirmamos lo dicho más arriba: son los docentes los que deben formular las preguntas, sean para la anticipación, la comprensión o la evaluación del texto porque son ellos los que promueven un aprendizaje reflexivo, crítico o simplemente la incorporación de la información de manera memorística. La propuesta editorial es un recurso que el docente selecciona para llevar adelante su tarea de forma más completa y organizada, pero ella nunca debe sustituir o inhibir la organización didáctica del aprendizaje que es responsabilidad del docente.
Otro párrafo más:
“La nueva bibliografía cambió sustancialmente la proporción texto/imagen. La idea es que el libro resulte más familiar a los chicos que nacieron en plena cultura de la tevé color-control remoto- zapping. Ahora se privilegia más la fotografía que el dibujo para que la vida concreta entre más a la escuela”…. “A veces se apela a los códigos de la enciclopedia visual, que combina textos breves con recuadros y muchas fotografías. Algunas de ellas, para llamar la atención, ocupan el tamaño de toda la página…” “Tratamos de poner la cultura de la imagen al servicio del libro. Que una fotografía sirva para que el chico se pregunte por qué me pusieron esto acá”
Este párrafo aporta algunas consideraciones que fundamentan el cambio editorial pero que deben ser revisadas desde una mirada pedagógico-didáctica. Coincido con las primeras frases al decir que se incluyen imágenes para respetar las características de los alumnos y su familiaridad con las imágenes tanto fijas como móviles. Es un acierto y responde a los conocimientos acerca de las teorías del aprendizaje que se han comenzado a desarrollar desde hace ya mucho tiempo. Sin embargo, no me parece afortunada la comparación del texto escolar con una enciclopedia. La comparación permite comprender con claridad cuál es la nueva estructura del los textos de estudio pero, y aquí está la contradicción, la enciclopedia es un texto de consulta al que se apela para obtener algún dato de significación acerca de un tema. Los textos escolares deben brindar una información organizada sistemáticamente, con explicaciones que permitan la adquisición de información que se convertirá en nuevo conocimiento cuando a partir de ella el docente genere el espacio para la comprensión.
Para finalizar me gustaría hacer alguna apreciación acerca del título.: Los libros**para la escuela son más ágiles, visuales y divertidos. Estos tres adjetivos expresan, sin lugar a dudas, las características que se busca que los libros tengan. Ahora bien, el uso de estas palabras puede tener un buen impacto para el marketing pero tal vez no sean las más adecuados para expresar la validez y significación de un libro de texto, ya que pueden tener distintas interpretaciones. Si cuando se dice ágiles se quiere significar muchos esquemas y cuadros elaborados por los autores, esto es de poca validez para el alumno. Si en cambio al decir ágiles se expresa que se realizó una diagramación con variedad tipográfica y un buen interlineado que no produzca fatiga al leer, el adjetivo resultará significativo. Al calificar como visuales * seguramente se quiere significar la presencia de fotografías, láminas, dibujos, infografías. Esto sería válido si cada uno de esos recursos es incluido como un elemento que fortalece el mensaje y no como el mensaje con un mínimo epígrafe aclaratorio. Finalmente el adjetivo “divertidos” *no resulta muy adecuado. Un libro, en general, pero particularmente un libro de texto, debe resultar atractivo pero no necesariamente divertido. La atracción que debe inspirar debe lograrse a través de la presentación, esto es la diagramación, los colores, la tipografía y no necesariamente por el contenido. Por el contrario el libro de texto aporta información con validez científica por lo que no necesariamente debe ser divertido.
La lectura resulta un medio indispensable de acceso al conocimiento. A medida que el alumno crece los conocimientos a adquirir lo van a poner en contacto con saberes de mayor grado de abstracción y complejidad, por lo que su adquisición se verá apoyada a través de la lectura. La escuela como institución social y cada docente en particular deben saber que, en cada año de la escolaridad, este recurso deberá complejizarse de tal manera que pueda accederse a un tipo de pensamiento reflexivo y crítico. No hay duda de que a través de la lectura se accede al conocimiento pero también se desarrolla la creatividad, la imaginación y el espíritu crítico. Por las razones expuestas es que la elección de un libro de texto debe ser una tarea pensada y elaborada, tanto desde lo personal como desde lo grupal. Esta tarea también debe convertirse en un desafío para las editoriales que además del rédito económico deben admitir una visión didáctica pedagógica que enriquezca la tarea.