Diciembre 2008
Isabel Mesa (Bolivia)
María Guillermina es la protagonista de esta bellísima historia contada por Sylvia Puentes en una pequeña obra autobiográfica. Los abuelos de este cuento podrían ser otros, pero los que conocemos a Sylvia sabemos que no todos los abuelos podrían ser los de este cuento.
-Filiflama alabe cundre…-dice la abuela.
-Alveola jitanjáfora –responde María Guillermina.
-Iris balumba salífera –repiten a coro abuela y nieta riéndose.
Palabras inventadas, rimas, adivinanzas y el alma de la poesía están sutilmente entramadas en esta historia que relata la visita de María Guillermina a sus abuelos y que comienza afanosamente en la cocina. El abuelo y Guillermina recogen los huevos para hacer los bizcochos de la merienda. Los toman de la gallina Floppy, mascota que le ha regalado el abuelo. Entre los tres mezclan los ingredientes y amasan, pero maría Guillermina, aunque puede usar el cuchillo para cortar la masa no debe tocar el horno, Y como no podía se de otra manera, una abuela que es médica, pero que no trabaja en el hospital porque ahora solo escribe y cuenta cuentos, propone unas adivinanzas mientras se hornean los bizcochos.
Me suelto como saeta/ corto el aire con la cola/ y me llaman…/ (Tijereta)
La abuela escritora no solo pasa el día con jitanjáforas y adivinanzas, sino que le enseña a María Guillermina una palabra que hace mucho tiempo dejó de usarse “ex libris”. La niña recibe los ex libris que llevan su nombre y un dibujo especial, y la abuela le propone hacer algunos en la computadora para sus amigos. Y en la pequeña biblioteca donde tiene sus libros, Gillermina pega los ex libris en cada uno de sus ejemplares: La Bolita Azul, Caperucita Roja, El rey Mocho y Los Tres Chanchitos. En seguida, la abuela multifacética ahora cose para las muñecas y tiene en su cueva mágica puntillas, cintas, botones, cadenitas, moños y cierres que María Guillermina observa encantada. La aguja entra y sale y la muñeca quedó preciosa. Ahora es el turno de los juegos de palabras: Pedro Pérez Pereira, pintor profesional /pinta paredes por poca plata / preferentemente para personas pobres.
Por la tarde se desata una tormenta. Relámpagos y truenos asustan a la pequeña y además algún fantasma deambula por el patio. Es mejor tomar una taza de leche tibia mientras la abuela cuenta cuentos. Toca el de “La Princesa y el guisante” de Andersen y más tarde las canciones:
Se me ha perdido una niña
cataplín, cataplín, cataplero,
se me ha perdido una niña
en el fondo del jardín.
El día llega a su fin con el taller de Nina, donde Guillermina aprende a pintar y decorar. Luego llega mamá a recoger a la niña después de un día maravilloso con los abuelos.
Un cuento para los más pequeños narrado en primera persona por la misma Guillermina como una invitación a compartir con ella un día especial.
Las páginas con ilustraciones a colores de Ana María Dolder, llenas de juguetes tradicionales, recuerdan que es un día para divertirse, para jugar y también para aprender jugando. La inclusión de otras formas textuales como canciones, adivinanzas, rimas y jitanjáforas permite a los niños, durante la lectura, sentirse en un entorno familiar en el que cada texto colocado en el lugar perfecto logra una lectura significativa. Además, acompañan al cuento, en un sobrecito que vienen entre las páginas, la receta de “Los bizcochitos de la abuela” y un ex libris. Ojalá todos los niños pudieran tener una abuela médica, escritora, costurera, repostera y Cuentacuentos…¡Ah!!... y un abuelo fantasma.
Puentes de Oyenard, Silvia. Un día con los abuelos Ilustraciones Ana María Dolder. Ediciones A.U.L.I. Montevideo. 2007. 16 págs.