Diciembre 2008
Irene Evel Cordiano
El Palo Borracho me contó este cuento.
Dijo que el otro día hubo una hermosa fiesta en el bosque en donde él vive. A la noche en punto todo estaba preparado: los animalitos se habían reunido alrededor de la torta, los grillos ensayaban sus “cri cri cri”, las ranas sus “croac croac croac, y los bichos de luz encendían y apagaban sus faroles.
Sí, todo estaba preparado para festejar el cumpleaños de Monalinda, pero, ¿dónde estaba la linda mona?
Empezaron a pasar los ratos muy... muy... muy... lentos, y... tan... tan... tan...despacito, que todos se pusieron a bostezar. Y bostezo va, bostezo viene, los grillos, las ranas y los bichos de luz se durmieron, de puro aburridos nomás.
Preocupados por la ausencia de su hija, los monos papás fueron a buscarla.
-¡Esta monita me va a volver loco! –rezongaba el mono papá.
-Tengo que recordar algo, pero no recuerdo nada –murmuraba la mona mamá, poniendo los ojos chiquitos para pensar mejor.
Cuando los invitados los vieron regresar sin Monalinda, exclamaron:
-¡Epa! ¡Oh! ¡Uy! ¡Ejem! ¡Ah! –y sus panzas vacías hicieron “crunch crunch crunch”, mientras miraban de reojo la enorme torta.
El Palo Borracho se puso muy nervioso y le dio un ataque de risa. Pero al ver que todos lo miraban enojados, le dio un ataque de tos tan fuerte, que tuvieron que palmearle la espalda.
Se sintió avergonzadísimo. Entonces le dio un ataque de sueño y comenzó a roncar.
A todo esto Monalinda seguía desaparecida.
-¡Esta monita me va a volver loco! –repetía el mono papá, arrancándose los pelos. La mona mamá se rascaba la cabeza pensativa.
-Tengo que recordar algo, pero no recuerdo nada.
En ese momento, llegó la coneja Dienteslargos.
-Dice Monalinda que está cansada de esperar escondida en el banano.
-¿Yyy quéqueque –tartamudeó asombrado el mono papá. Luego se le mezclaron las palabras: -escondida hace el banano en?
-Está esperando que canten.
La mona mamá se dio una palmada en la frente.
-Ahora recuerdo lo que no recordaba. Monalinda me explicó que vendría cuando todos le cantáramos el feliz cumpleaños.
-¡Esta mona me va a volver loco loco loco! –gritó el mono papá señalando a la mona mamá.
De inmediato despertaron a los dormidos. Y en cuanto los grillos y las ranas hicieron sonar su música y los demás cantaron, apareció Monalinda, linda linda, con vestido largo y sombrero adornados con flores.
Por fin sirvieron la torta. ¡Estaba riquísima! Todos se relamían los hocicos y se chupaban las patitas. El único que no pudo comer fue el Palo Borracho. De la alegría le dio un ataque de hipo.