Angélica C. L. de Nogues
Además ¡qué maravilla! En esas dos horas alguien verdaderamente me escucha.
Me acerque a la lectora y curiosa, sin preámbulos, sin ninguna clase de premeditación, le pregunté. Ella me miro azorada, pero se tranquilizo enseguida. Las dos peinamos canas, y así como yo me precipito, para preguntar, ella no se amilana para contestar. Son años ...
Ni pienso abandonar, reaccionó muy segura. No es que no lo haya considerado alguna vez, me aclaro, pero sería una decisión difícil de tomar, mas que todo dolorosa, debo reconocer. Es cierto que a mi edad, como setenta -y hasta ahí admito podría decir ¡basta! pero eso solamente si me sintiera deprimida, deprimidísima, de no querer ni hablar; o muy enferma, de no poder ni moverme. ¿Me entendés?
Y sin esperar a que yo abriera la boca para coincidir, me pregunto a su vez : ¿vos no sos lectora?, ¿no sabes lo que ocurre?
Te explico, continuó sin darme la oportunidad de responder algo. Primero y principal, mi oyente es una amiga, y enfatizo, por cierto especialísima es-pe cia-lí-si-ma. Me siguió ilustrando. Ella tiene su familia, sus parientes, sus ami gas de la infancia, de rada la vida, y yo soy su amiga-lectora, de los martes. Una amiga que lee para ella. Me espera, y ni bien llego, me ofrece café, agua, o jugo. Soy una amiga, tanto como otras, pero diferente. ¿Qué te parece? una vez por semana y desde hace diez años.
Muy alentada por mi silenciosa comprensión, se explayó con mayor intimidad. Aprendimos a compartir y confiarnos libremente, pensamientos y sentires, en selecta compañía de poetas, novelistas, psicólogos, filósofos, periodistas y te digo, en esas dos horas soy el medio el vínculo, entre mi oyente y Borges, Saramago, García Marquez, Walt Whitman, Sábato ... , Freud ... el Diccionario Enciclopédico ... Me siento importante; como si yo fuera la inteligente: pensadora original, poetisa, contadora de vidas y de cuentos. A veces, agrego con seriedad filosófica, se me ocurre pensar que algo parecido les pasara a los acto res de cine o de teatro que se adueñan de las palabras de otros, las hacen suyas ... se transforman ... Es que yo también presto atención a mi voz. Y le pongo intención.
Además, ¡qué maravilla! En esas dos horas alguien verdaderamente me escucha, me ensena a callar (¡oh milagro! pensé) y sonrió con picardía, ya te podés imaginar. .. leo ... me desanso, me desentumezco de la rutina ... me olvido de mis "nanas" ... Esas dos horas son un Perú. Valen de veras, no tienen precio. ¿Me entendés? No exagero ... ¿Por que me preguntabas querida, si pensaba dejar...?