<b>Noviembre 2000</b>
Noviembre 2000


Borges

Una estética del lector

María Violeta Peralta Loma

En la narrativa de Borges se reiteran ciertas formas simbólicas o metáforas narrativas como la de la búsqueda, la lucha o el sacrificio que han sido estudiadas por la critica (1). Con respecto a la búsqueda, algunos estudios señalan variantes relacionadas con las situaciones por las que atraviesan los personajes y con las características del objeto buscado (2).

Entre otras variantes, alcanza especial jerarquía, la búsqueda de la Palabra que, a veces, es la clave para develar un enigma, como en La muerte y la brújula; otras, es un conjuro o cifra del mensaje divino, como en La escritura del Dios, para mencionar solo algunos ejemplos. En otros casos, recoge un tema de larga trayectoria en la literatura: el cuestionamiento del lenguaje, que Borges modula con tone propio, tanto en los ensayos como en la poesía y la narrativa. Limitado a desenvolverse en la sucesión, el lenguaje no puede nombrar o expresar la multiplicidad de la realidad ni apresar lo simultaneo. Por eso, dice en un conocido texto:

''La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el b hecho estético." (3)

Si la revelación no se produce, la creación verbal queda atrapada en esos limites. A veces, sin embargo, el poeta los transgrede y es entonces cuando se manifiesta el aspecto satánico de la tarea del creador, como sucede en un bello cuento de El libro de arena,- El espejo y la máscara- que sin considerar los riquísimos elementos de análisis que ofrece la sugerente progresión simbólica de la historia narrada, podría resumirse asi: El rey de lrlanda ha triunfado sobre los vikingos en la batalla de Clontarf. Quiere inmortalizar la hazaña y confía a un poeta de reconocidas habilidades retóricas la ejecución de una oda celebratoria. Transcurrido el plazo de un año, regresa el poeta y, arrogante, declama de memoria el panegírico, inobjetable en cuanto ala métrica y al repetorio clásico de imágenes. El rey alaba la composición y la premia con un espejo de plata, pero observa que no reflejaba la vibración y el estremecimiento de la batalla capaz de transformar a los que escucharon la loa. Al cabo de otro año, el poeta regresa con una nueva versión; ya no es solo un relata épico sino la hazaña misma. La retórica había dado lugar al estremecimiento y al fragor de la lucha; la sintaxis se había alterado y las metáforas resultaban extrañas. El poeta, a su vez, había perdido su anterior soberbia. El rey reconoce la superioridad de la segunda versión, premia al creador con una máscara de oro, pero declara que de tal creador es posible esperar una obra mas alta.

Humildemente, el poeta agradece y acepta el desafío. Al cabo de otro año regresa transformado: "Algo que no era el tiempo había surcado y transformado sus rasgos". Nada traía en las manos; pidió hablar a solas con el rey y le fue concedido. Con temor, como profanando algo sagrado, musitó el poema que tenía una sola línea. Palidecieron ambos, no se atrevían a pronunciar la oda "Como si fuera una plegaria secreta o una blasfemia".

Rey y poeta habían cometido el mismo pecado: conocer la Belleza, que es un don vedado a los hombres; deberían expiarlo. El tercer y último premio es una daga. El poeta se da muerte con ella; el rey abandona su trono y deambula por los caminos de Irlanda convertido en un mendigo.

Penetrar en la Maravilla, alcanzar la Belleza y acceder a la revelación es, en este cuento, un pecado que hay que purgar. Pero en la obra de Borges los ejemplos de esta transgresión son menos frecuentes que aquellos en los que se plantea la imposibilidad de llegar a ese espacio sagrado al que accedió el poeta del cuento.

"Has gastado los años y te han gastado, y todavía no has escrito el poema." (4)

Paradójica lamentación de quien, como Borges, ha cosechado reconocimientos en todo el mundo por los valores de su obra. Pero inscribimos esta queja en la tradicional actitud del poeta que solo dispone del precario instrumento del lenguaje para expresarse. Dice Olga Orozco:

«No te pronunciare jamás, verbo sagrado,

aunque me tiña las encías de color azul,

aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,

aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas

y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos. "

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porque ¿cómo nombrar con esta boca,

cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este

mundo con esta sola boca?» (5)

En este sentido, es vano intento el de escribir si el resultado de esta desolada tarea solo puede ser un tímido balbuceo o el silencio. ¿En que espacio podría proyectarse la obra incumplida del creador? ¿Quién se instala en las márgenes del silencio y convierte la inminencia en revelación?

Las respuestas a estos interrogantes las da el mismo Borges y con ellas apunta a una verdadera estética del lector:

“ ••• un libro es más que una estructura verbal, o que una serie de estructuras verbales; es el diálogo que entabla con su lector y la intención que impone a su voz y !as cambiantes y durables imágenes que deja en su memoria” ... “Una literatura difiere de otra ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída.” (6).

En otras paginas exalta la función creadora de la lectura:

“que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen !as que he leído”(7)

Rastrear, en la obra de Borges, otros ejemplos que, como los citados, revelan su preocupación por una estética del lector tal vez podría resultar una propuesta valida para un taller de lectura.

Notas

(1) Barrenechea, Ana María. Borges y La narración que se autoanaliza. Nueva Revista de Filología Hispanica, 24 -1975.

(2) Gallo,Matta, Semiosis y símbolo en la búsqueda como función narrativa en los cuentos de Borges. Revista Iberoamericana.Nos. 130-131.Enero-junio 1985.

(3)Borges,]orge Luis.La muralla y los libros. (En: Otras Inquisiciones.Bs.As. 1952). (4)

(4)Borges,]orge Luis. Mateo, xxv,30.El otro, el mismo. Bs As. 1964.

(5) Orozco,Olga. Con esta boca, en este mundo.Bs AS. 1994.

(6) Borges,]orge Luis. Nota sobre (hacia) Bernard Shaw. (En: Otras Inquisiciones) (7) Borges,]orge Luis. Un lector. (En: Elogio de la sombra. Bs As. 1969)

por Asociación Argentina de Lectura