Agosto 2010
Renata, La ballena
Martha Dora Arias
Renata y su mamá estaban jugando en el océano.
Se zambullían juntas, abanicaban el agua con las colas, nadaban hasta el fondo y de pronto subían a la superficie. Era primavera.
Una vez que respiraban ¡zas! volvían a las profundidades.
Cada vez que se sumergían se llenaban de agua salada y después ffffxxxx la expulsaban por los orificios nasales que las ballenas tienen en la nuca.
Renata era recién nacida y un excelente ejemplar de ballenato azul. Le gustaba jugar, saltar, hacer tirabuzones y nadar. Después de la gimnasia y cuando estaba hambrienta se ponía al lado de la madre para prenderse de la teta. Entre ejercicios divertidos y riquísima leche, el ballenato fue creciendo feliz.
Un día Renata se quedó con hambre y le dijo al oído a su mamá:
-¿ Cuándo podré alimentarme con cosas más sólidas?
-Tenés razón pichoncito, ya es tiempo de comida más consistente, pero atenti, para conseguir buen alimento tendremos que hacer un largo viaje- aclaró la ballena.
A mí me encanta viajar ¿ adónde iremos?
A un mar muy frío y muy lejano para encontrar el krill.
-¿Qué es el krill?
-El manjar de las ballenas -respondió guiñando un ojo, la mamá- ¿ partimos?.
Así, con la ilusión de la búsqueda salieron hacia el sur en larga travesía.
Nadaron días y días hasta encontrarse con una familia de ballenas francas. El macho iba acompañado por una hembra y dos cachalotes.
-¿Adónde van?-preguntó la ballena blanca a la ballena azul.
A buscar alimentos.
Nosotros estamos en lo mismo - agregaron-.¿Por qué no continuamos juntos el camino?
Y partieron explorando los ángulos del mar. Las ballenas adultas iban adelante; detrás los ballenatos, haciendo piruetas en el agua.
De pronto, el super oído de una de las ballenas escuchó un ruido extraño.
-¡Alerta! -avisó la ballena azul-. ¡A zambullirse!
Rápidamente el mar quedó vacío de ballenas en la superficie.
A lo lejos apareció la silueta de un barco pesquero sacudiéndose con las olas.
Luego de un rato el macho se animó a emerger, sacó la mitad de su cuerpazo afuera para espiar y oler el peligro.Y fue descubierto por los hombres.
Preparen los arpones!-gritó un humano.
¡Apunten las ballestas! ¡Tengan listas las redes!- agregó el capitán.
La ballena azul, la blanca y los cachalotes se agruparon en el fondo ; entonces el macho agigantado por la rabia y con afán de defender las crías , agujereó la superficie del mar y se elevó como un torpedo. Abrió la bocaza y se tragó el barco. Lo tuvo en la barriga unos segundos y luego empezó a hacer con él, ruidosas gárgaras.
Los hombres, los arpones, las redes, las ballestas y todo lo que había a bordo se sacudió tremendamente y se desparramó sobre las olas.
El macho azul con extraño sonido rezongó:
-Aaaaagffff ¡Hay veda hombres malvados! Aaagggrrr ¡Hay veda! ¿No lo saben?
Y hacía otra gárgara.
Pasaron diez minutos.
Los hombres se hallaban destrozados de dolor y de miedo.
Entonces el macho azul, creyendo que el escarmiento había sido suficiente, arrojó el barco de su panza al mar y fue a las profundidades a buscar a sus compañeros.
El grupo de ballenas continuó su camino pero antes miró hacia atrás.
Los hombres, con salvavidas puestos, flotaban en el agua luchando desesperados por trepar al barco pesquero.
Ahora sí, era tiempo de avanzar hacia el sur, a buscar el krill para Renata.