Abril 2010
Fernando Del Río
En este mes de abril, precisamente el día 2, se cumplieron 205 años del nacimiento del poeta y escritor danés Hans Christian Andersen.
Nacido en Odense (Dinamarca), provenía de una familia muy humilde, con un padre zapatero y una madre lavandera.
Cuando Hans era sólo un niño de once años, muere su padre, lo cual impide al niño completar sus estudios. Se dedica entonces a leer todas las obras que puede conseguir, en particular de autores como Shakespeare o Holberg.
Se traslada en 1819 a Copenhague con la ilusión de convertirse en dramaturgo o en cantante de ópera.
Estos tempranos sueños se verán truncados por su escasa formación intelectual y una voz no demasiado dotada para el canto lírico. A sus propias limitaciones se sumaba la crisis por la que atravesaba el reino danés en esa época, producto de las condiciones impuestas por el tratado de paz de Kiel, como consecuencia de su derrota en las Guerras Napoleónicas.
Pese a estas dificultades, cuenta con la ayuda de personas adineradas y obtiene una beca que le permite completar sus estudios regulares, obteniendo el título de bachiller en 1828.
Un año antes (1827) había publicado en Kjøbenhavns flyvende, la revista literaria más prestigiosa de entonces, su poema titulado "El niño moribundo", en donde se apreciaba el tono romántico característico de los grandes poetas alemanes de la época.
En 1829, cuando sus amigos ya consideraban que nada bueno saldría de su excentricidad, imaginación y vivacidad, logra un considerable éxito con un volumen llamado "Un paseo desde el canal de Holmen a la punta Este de la isla de Amager".
Gran parte de su vida la dedica a realizar viajes por diversos países. Impulsado por una gran curiosidad y una soledad producto de amores no correspondidos, solía decir que para él "viajar es vivir".
De carácter tímido e introvertido, Andersen frecuentemente se enamoraba de mujeres inalcanzables para él y muchas de sus historias se interpretan como alusiones a sus fracasos sentimentales. La soprano Jenny Lind fue uno de los amores imposibles del autor danés y sobre quien está inspirado el cuento "El ruiseñor". Otro amor no correspondido fue una chica llamada Riborg Voigt. Se encontró una bolsita que contenía una larga carta de Riborg junto al pecho de Andersen cuando murió. En su diario escribió: «Todo poderoso Dios, tú eres lo único que tengo, tú que gobiernas mi sino, ¡debo rendirme a ti! ¡Dame una forma de vida! ¡Dame una novia! ¡Mi sangre quiere amor, como lo quiere mi corazón!». Otras decepciones amorosas fueron Sophie Ørsted, la hija del médico Hans Christian Ørsted, Louise Collin, la hija menor de su benefactor Jonas Collin, y el bailarín Harard Scharff, con quien mantuvo una breve relación.
Son los viajes que hará lo que lo ayudarán a sobrellevar sus frustraciones amorosas. Luego de publicar, en 1831, el poemario "Fantasías y esbozos"y realizado un viaje a Berlín, (crónica publicada con el título "Siluetas"), recibe del rey Federico VI una pequeña beca de viaje y emprende el primero de sus largos viajes por Europa.
Conoce, entre otros países, Alemania, Italia, Francia, Turquía, Suecia, el Reino Unido y España y sus impresiones quedan plasmadas en cuadernos y libros de viaje, de los que también extrae material para sus escritos.
En el año 1835, de vuelta en su país, alcanza cierta notoriedad con la publicación de su novela "El improvisador" (inspirada en su viaje a Italia). También en ese mismo año aparecen las dos primeras ediciones de "Historias de aventuras para niños", seguidas de varias novelas de historias cortas. Antes había publicado un libreto para ópera, "La novia de Lammermoor", y un libro de poemas cuyo título era "Los doce meses del año". En años posteriores dará a concer: "O.T". y "Tan sólo un violinista", entre otras, piezas teatrales como "El mulato" y "El amor en la torre de San Nicolás" y una autobiografía, "La verdadera historia de mi vida".
Los Cuentos de Andersen
Estas primeras obras, a las que se hacía referencia en el apartado anterior no fueron del todo apreciadas; teniendo por consecuencia poco éxito de venta, salvo algunas excepciones. Sin embargo, en 1838, Hans Christian Andersen ya era un escritor establecido.
Mientras permanece en el Reino Unido, entabla amistad con Charles Dickens, cuyo poderoso realismo, al parecer, fue uno de los factores que influirán en su obra y le permitirán encontrar el equilibrio entre realidad y fantasía, en un estilo que tuvo su expresión más acabada en una larga serie de cuentos que lo convertirán en un autor consagrado.
Inspirándose en tradiciones populares y narraciones mitológicas extraídas de fuentes alemanas y griegas, así como de experiencias particulares, entre 1835 y 1872 escribe 168 cuentos protagonizados por personajes de la vida diaria, héroes míticos, animales y objetos animados.
Entre los títulos más famosos de estos cuentos figuran: "El patito feo", "El traje nuevo del emperador", "La reina de las nieves", "Las zapatillas rojas, "La pequeña cerillera","El ruiseñor", "El soldadito de plomo", "La sirenita", "La princesa y el guisante", entre muchas otras inolvidables y entrañables historias.
Andersen se transforma en un personaje conocido en gran parte de Europa, a pesar de que en Dinamarca no se le reconocía del todo como escritor. Sus obras, para ese entonces, ya se habían traducido al francés, al inglés y al alemán.
Dirigidos en principio al público infantil, aunque también para lectores adultos, los cuentos de Andersen, dotados de un particular sentido del humor, se desarrollan en un escenario donde la fantasía se entrelaza de forma natural con la realidad y las peripecias del mundo se reflejan en historias que abarcan los sentimientos y el espíritu humanos.
Al igual que autores como Charles Perrault y los hermanos Grimm, el escritor danés identificó sus personajes con valores, vicios y virtudes para describir la eterna lucha entre el bien y el mal y dar cuenta de la justicia, de la supremacía del amor sobre el odio y de la persuasión sobre la fuerza.
En sus relatos, los personajes más desprotegidos se someten a un destino que se vislumbra como inalterable hasta que el cielo, encarnado en un héroe, hada madrina u otro ser fabuloso, acude en ayuda del débil y la virtud es premiada, como por ejemplo puede apreciarse en "El patito feo".
Andersen continuó con sus publicaciones, aspirando convertirse en novelista y dramaturgo, lo que no consiguió. De hecho, no tenía demasiado interés en sus cuentos de hadas, a pesar de que será justamente por ellos, por los que es apreciado y recordado actualmente. Aun así, continuó escribiéndolos y en 1847 y 1848 se publicaron dos nuevos volúmenes.
Una costumbre que Andersen mantuvo por muchos años, a partir de 1858, era narrar de su propia voz los cuentos que le volvieron célebre.
Tras un largo silencio, publicó en 1857 otra novela: "Ser o no ser". En 1863, luego de otro viaje (a España), publicó un nuevo libro donde relata sus vivencias en las ciudades de Málaga (donde existe una estatua en su honor), Granada y Toledo.
Últimos días, reconocimientos y legado.
Sus cuentos para niños continuaron apareciendo hasta la navidad de 1872. Durante la primavera de ese mismo año, Andersen sufrió una caída desde su propia cama, quedando gravemente herido. Nunca volvió a recuperarse plenamente del accidente sufrido, y el 4 agosto de 1875 murió en la casa llamada Rolighed, cerca de Copenhague, donde está enterrado.
Hans Christian Andersen recibió en vida muchos honores. En 1866 el rey de Dinamarca le concedió el título honorífico de Consejero de Estado y en 1867 fue declarado ciudadano ilustre de su ciudad natal. En su honor, desde 1956 se entrega, cada dos años, el premio Hans Christian Andersen de literatura infantil y, desde 1966, también el premio de ilustración.
En 1976, el Astrónomo Nicolai Chernykh bautizó en honor a este escritor al asteroide 2476.
Sus historias han sido traducidas a más de 80 idiomas y adaptadas a obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados, juegos para computadora y variadas obras de escultura y pintura.
En 1988, la Fundación del Centro Internacional Hans Christian Andersen inicia sus actividades en la Universidad de Odense y se aboca desde entonces al estudio y a la edición de manuscritos del autor y a la organización de seminarios con estudiosos la obra del autor danés, provenientes de varios países.
Hans Christian Andersen sigue estando vigente y es un autor de referencia constante en el universo de la literatura infantil. Sus cuentos han atravesado varias generaciones de nuevos y viejos lectores que no hacen más que fortalecer su legado y resistir el paso del tiempo.
*Sus patitos, soldaditos, princesas y emperadores aguardan ser nuevamente leídos o descubiertos para acompañarnos una y mil veces en un viaje por la imaginación de su entrañable autor. Un viaje que puede empezar antes de irse a dormir... *