<b>Noviembre 2002</b>
Noviembre 2002


Paginas Literarias

Que quede por escrito

Andrea Canté

En una tierra lejana, con recuerdos casi desdibujados en la memoria colectiva, yace dormido el corazón de caballero, con su peto abierto y lustroso frente al horizonte; mientras su cota de malla recubre su cuerpo protegiendo su integridad de noble linaje.

Tras sus huellas, va tejiendo una y mil historias que serán plasmadas una y otra vez en historias de cruzadas y torneos; y entre suenos, una voz que nos arrulla, nos cuenta sus aventuras cruzando vastos parajes de lustroso verde y brumoso tiempo.

Aquellos caballeros de nuestros cuentos, a quienes les hemos dado nuestra cuota de infantil imaginación yacen dormidos en altísimas bibliotecas, siempre al alcance de nuestras manos, pero quisquillosos de que podamos descubrir, que entre ellos y nosotros, mortales lectores, solo nos separa la barrera del silencio íntimo de la lectura.

Quizás el miedo a descubrir que no somos tan distintos, ellos y nosotros, ha hecho que el leer la magia, lo lejano, lo distinto, circunscriba a los maravillosos libros en "para chicos" y "para grandes".

Si pudiéramos recuperar ese encanto que nos ha acompañado desde siempre, desde lo oral -contar cuentos- y desarrollar la paciencia y la imaginación para vestirnos de honor y de moral, nos haría mas grandes y mas sabios, m´ss poderosos y mas humanos; y quizás, si nos abriéramos a toda la lectura en su vasta extensión, comprenderíamos al otro, podríamos abrazar su manera de ser, su modo de ver las cosas.

Quedaría en el olvido el prejuicio y el quemar libros por no saber leer.

Tenemos que evitar el no recordar lo que alguna vez el escritor, el escribiente, plasmo en cada letra, en cada metáfora, para que nunca sea olvidado.

No caigamos en una metáfora doliente que alguna vez nos dejo el gran Ray Bradbury, quien con mucho dolor, vislumbro como la humanidad quemaba su esencia fundamental: leer para recordar. Leer para aprender. Leer para reconocer. Leer para no olvidar las palabras.

Sin ellas, la humanidad va a su destrucción sin remedio. Sin ellas, todos quedaremos mudos.

No habrá cuentos, ni leyendas.

No habrá suenos y la imaginación - gran don otorgado por Dios - quedara sumergida en el lodo del olvido mas cruel.

No permitamos que mueran los libros.

De alguna manera, debe quedar por escrito, lo que hoy vivimos y nos hace daño.

Como país, como seres humanos, como humanidad.

por Asociación Argentina de Lectura