Flavia Bolón Varela
Cuenta la historia que en un pueblito perdido del sur, cada viernes al atardecer,los niños del lugar colgaban adornos de los álamos cercanos a la iglesia como señal de buenaventuranza.
Una veintena de muchachitos se repartía la tarea
Simples hilos plateados, abrazados a un eje de alambre solucionaban su espacialidad en los burbujeantes movimientos. de sus extremidades.
Moro, pequeño y astuto trepaba con asombrosa destreza a todos los arboles que podía, para ver desde la copa como caían los hilos desde lo alto.
Cuando Muérdago lo veía preguntaba ritualmente: -¿para que subes hasta allí?, ¿quién se fija como caen las guirnaldas desde tanta altura?
Moro habitualmente se encogía de hombros para no hablar. Pero ese día ...
Moro: - Mi querido Muérdago, pongo estos adornos desde lo más alto para que cada uno pueda recorrer con los ojos la imagen centellante del papel y quizás pueda asistir al milagro de ver e! otro lado de lo que ellas muestran.
Muérdago: -¿El otro lado?
Moro: -¿Tu crees que to do termina después de simplemente mirar cada cosa?
Muérdago: -No entiendo, yo veo lo que se aparece ante mis ojos, le pongo nombre ... o lo tiene y lis to el pollo.
Moro: -Así serás un ciego mas de los que habita el mundo de ESTE lado. Te repito: puedes o no puedes ver mas allá?
Muérdago: -Sigo sin entender, mejor olvidemos esta conversación; tu con lo tuyo y yo con lo mio.
Moro: -Pensemos. Es mas fácil ver los objetos, usarlos, manipularlos, que preocuparse por ver que dicen, que Ie sugieren a tu imaginación ... los hilos plateados que adornan los árboles, capturan tu espíritu y depositan tu mirada en mundos llenos de deseos, compactos en ternura, suaves en felicidad, firmes en esperanzas ...
Muérdago:- Todo muy lindo, pero ... ¿y lo malo? ¿y si la mirada se deposita en lo malo?
Moro: -¿Que te preocupa? Muérdago: -La maldad, e! dolor, no quiero pensar.
Mora: -De eso se trata, de pensar ... y de sentir ...
Muérdago: -No quiero pensar, ni sentir dolor, as! que cierro los ojos y no las veo.
Moro: -¡Hazlo y pagarás caro tu ignorancia!
Muérdago: -¿Viendo por los espejos-guirnaldas lo que hay del otro lado?
Moro:- Exacto. Es el único entre los riesgos que garantizará tu libertad. ... Es la hora, Muérdago, el viento es agradable y e! aroma de los álamos ... propicio ...
Muérdago: -¿Vendrás conmigo?
Moro: -¿Tu que crees?