Diciembre 2012

El género discursivo literario de ciencia ficción. Apreciaciones en torno de Fábulas de robots de Stanislaw Lem

Por Alicia Esther Pereyra

De acuerdo con Ray Bradbury (2002), son los chicos los primeros en advertir que la ciencia ficción devora ideas, las digiere y dice cómo sobrevivir; sin fantasía no existiría la realidad. En un paralelismo entre este género y el enfrentamiento de Perseo con Medusa, en donde aquél la vence mientras finge desviar la mirada, la ciencia ficción conforma un intento de resolver problemas mientras se simula mirar hacia otro lado. Desde su perspectiva, constituye verdaderos estudios sociológicos de las cosas futuras, que el escritor deduce de los aspectos más notables de la realidad, y por ello cree que ocurrirán.

Jorge Luis Borges (1999) destaca su carácter de anticipación de un porvenir posible o probable, mencionando además que toda literatura es simbólica; en tanto existen sólo unas pocas experiencias fundamentales, resulta indiferente que se recurra a lo fantástico o a lo real. Con agudeza señala que, a partir del siglo XX, la imaginación inició un proceso de aceptación de lo prodigioso, a condición de que su vertiente fuera científica, ya no sobrenatural. Justamente, es desde el siglo pasado que comenzaron a percibirse ciertos cambios culturales y sociales como consecuencia de los procesos económicos impulsados por la ciencia y la tecnología, las ideologías que suponen y los valores implicados, desde donde se va dibujando para luego asentarse la ciencia ficción propiamente dicha: los relatos no trataban solamente de cosas fantásticas, sino de lo fantástico que podría llegar a mutar en posible debido al desarrollo tecnológico. Literatura de ideas, coloca el énfasis en el universo de posibilidades que se abren y dan lugar al uso de diferentes códigos y de lenguajes inventados.

Como género discursivo literario, parte de ideas consideradas científicas para narrar una historia sobre sociedades futuras o mundos paralelos; más exactamente, se ocupa de sucesos que aún no han tenido lugar, ofreciendo una mirada descarnada sobre sus causas y consecuencias. Desde allí aborda los efectos que los cambios producen sobre personas y especie humana, en tanto sus temas predilectos consisten en el mundo del futuro, los viajes a través del espacio o el tiempo, la vida en otros planetas y las crisis generadas por la tecnología o la presencia de criaturas y entornos extraños. Según Natalia Castro Vilalta (2008), expresa el temor de que la razón instrumental propia de la ciencia y la industria moderna sea considerada la única posible, y la política y la moral se reduzcan a cierta “ingeniería social” centrada en la eficacia y la eficiencia, basada en la irreflexión sobre el tipo y calidad de sociedades que suponen; al respecto, parece valioso acordar con Mijaíl Bajtín (2005) en que todo recuerdo del pasado suele exhibirse estetizado, mientras que el recuerdo del futuro siempre es moral. En su génesis pueden rastrarse indicios de las novelas de viajes, la literatura gótica y el género utópico, del que hereda el potencial crítico con el presente, en tanto que del positivismo devendría cierta idea romántica de la ciencia. Este territorio es recorrido por científicos, tecnólogos e idóneos que, al dedicarse a la literatura, descubren la necesaria libertad para explorar sus propias ideas sin encontrarse sujetos al discurso académico, de allí que en sus bordes recurre a la especulación sociológica o filosófica.

Una rara joya reside en el libro de Stanislav Lem, Fábulas de robots. El autor aseguró haber utilizado la forma convencional de un cuento de hadas, en el que conviven inventores con veleidades de un dios, electroguerreros ambiciosos, caballeros aguerridos, ingenieros cosmogónicos, reyes codiciosos convertidos en tiranos, princesas inquietas, prontas a desposar, robots enanos, gigantes de cobre y monstruos destructivos, naves misteriosas, electrodragones creados por un rey aburrido de sojuzgar a su pueblo con su consabida corte de dignatarios zalameros, sabios reducidos a simples especuladores, entre otros, trasladando una imposible Edad Media a un futuro robotizado. Pero a la vez, en estos cuentos se cifran diversos contenidos, básicamente el literal -en donde se inscribirían como cuentos tradicionales y maravillosos- y el figurativo desde donde, quizás a pesar del autor, se deja desvelar una crítica formidable a aquellos aspectos más tortuosos de totalitarismo, a través de la sátira.

En las versiones de habla inglesa, se los denomina cuentos; en la española, fábulas; resulta factible arriesgar como supuesto que las editoriales retomaron ese sentido moral para ofrecerlo a los lectores hispano parlantes, aunque el encanto de las fábulas no se ubica en la moraleja, sino en la imaginación que dota de inocencia e irresponsabilidad a los personajes, como señaló Jorge Luis Borges (1994). Complementariamente, es valioso recordar que el género fabulístico en clave satírica se remonta a Grecia, como manifestación generalizada en oposición a la solemnidad de la lírica y su expresión, la épica, soporte ideológico de los sectores privilegiados. La fábula supo representar la vida cotidiana de los sectores desfavorecidos y su capacidad inventiva de tono reivindicatorio, cifrada en la tradición oral, apelaba fundamentalmente al humor.

Stanisław Lem, 1966

Lem, por su parte, fue considerado en su país un autor de libros para niños, cuestión que lo sorprendió aunque no demasiado; quizás le interesaba trascender el mundo a través de la sátira, pero evitando anteponer sus propias valoraciones y juicios sobre él. En sus propias palabras: “Suele pasar que medio en broma me atrevo a decir cosas que no puedo pronunciar como concepciones serias, en un libro respetable o en un discurso. Es una especie de prerrogativa de los escritores de ciencia ficción. (…) En la ciencia o se dicen ciertas cosas en serio, o deja de ser ciencia. La literatura en general y la fantástica en particular está en una mejor situación, porque las ideas se pueden expresar de forma ambigua, difícil de desacreditar.”

Bibliografía consultada

  • Bajtín, M. (2005). Estética de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI

  • Borges, J. L. (1999). Prólogo con un prólogo de prólogos. Buenos Aires: Emecé

  • Borges, J. L. (1994) Otras Inquisiciones. Buenos Aires: Emecé

  • Bradbury, R. (2002). Zen en el arte de escribir. Barcelona: Minotauro

  • Castro Vilalta, N. (2008). “Ciencia, Tecnología y Sociedad” en la literatura de ciencia ficción”. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Nro. 11, Volumen 4. Consultado el 02/10/12, en: https://www.revistacts.net/4/11/010

  • Lem, S. (2006). Lem about Lem. The Official Stanislaw Lem Site. Consultado el 29/10/12, en: https://spanish.lem.pl/home/interviews

  • Lem, S. (1981). Fábulas de robots. Madrid: Bruguera

Imagen: Stanisław Lem en 1966, cortesía de su secretario, Wojciech Zemek. Licencia CC 3.0 - Fuente: https://pl.wikipedia.org/w?title=plik:stanislaw_lem.jpg.webp&filetimestamp=2004110819(https://pl.wikipedia.org/w/index.php?title=plik:stanislaw_lem.jpg.webp&filetimestamp=2004110819)

por Asociación Argentina de Lectura