Agosto 2012

RAY BRADBURY:

Crónicas terrestres de un hombre ilustrado…

Fernando Del Rio

El pasado 5 de junio de este 2012 inició su viaje hacia la eternidad el escritor estadounidense Ray Bradbury, autor de gran cantidad de inolvidables cuentos y novelas de la literatura de ciencia ficción que se extendieron a lo largo de varias generaciones de lectores.

Es Bradbury, probablemente, junto a IsaacAsimov y ArthurClarke uno de los tres escritores más reconocidos por el público en general, como representativos del género a lo largo del siglo XX. No obstante, para gran cantidad de fanáticos y aficionados (y sobre todo, para el mismo Ray) esto no era tan así.

Ray Bradbury se definía a sí mismo como un “narrador de cuentos con propósitos morales”, un escritor de fantasía y no un autor de ciencia ficción.

Toda su obra, inspirada mayormente en la vida diaria,  está teñida de un clima poético, romántico y filosófico a la vez. Invitan a reflexionar sobre el destino de la humanidad, más allá de teorías científicas y avances tecnológicos.

Invitamos entonces al lector a un viaje por el espacio de su vida y obra que su inagotable imaginación ha transformado en cautivantes y eternas historias…

Primeros años:

Nació el 22 de agosto de 1920 en Illinois con el nombre de RayDouglasBradbury. Era el tercer hijo de Leonard Spaulding Bradbury (instalador de líneas telefónicas) y Esther Marie Moberg. El segundo nombre de Ray (Douglas) era una especie de homenaje a Douglas Fairbanks, famoso actor de cine de aquellos años.

Hacia el año 1926 la familia Bradbury se trasladó a Tucson (Arizona) por cuestiones laborales, volviendo a la tierra natal del joven Ray en distintas ocasiones.

Ya en los años de la Gran Depresión, se instalaron en Los Ángeles, California.

Primeros estudios, trabajos y comienzos literarios:

En 1938, Ray se graduó en una escuela secundaria de Los Ángeles, en donde también realizaba actuaciones teatrales. Más tarde, abandonará los estudios para dedicarse por completo a escribir. Su formación será autodidacta: largas noches en bibliotecas para luego escribir durante el día. Para ganarse la vida, vende periódicos hasta 1942.

Su primer relato corto, publicado en 1938 en la revista amateur “Imagination”, se llamó “El Dilema de Hollerbochen".

Al año siguiente, publicó mayormente material de su autoría en “Futuria Fantasia”, su propia revista. Otras publicaciones amateur en donde aparecieron sus relatos eran “Spaceways”, “SuperScienceStories”, “WeirdTales” y “BestAmericanShortStories”. Su relato “Pendulum” fue su primera publicación paga.

Escritor de tiempo completo:

Desde 1943, comienza a escribir y publicar de manera profesional numerosas historias cortas en distintas revistas.

Es durante esta época que emplea seudónimos varios como Ron Reynolds, Guy Amory, Anthony Corvais, Omega, Briand Eldred, Edward Banks e inclusive el nombre  de su padre: Leonard Spaulding.

En 1946 conoce a Marguerite Mc Clure que trabajaba en una librería y  se casa al año siguiente. En ese mismo año, 1947, sale a la luz “Carnaval Negro”, su primera colección de historias cortas.   

Su reputación como escritor de ciencia ficción quedará establecida a partir de la publicación en 1950 de “The Martian Chronicles” (“Crónicas Marcianas”), donde se esboza, en una serie de relatos, los primeros intentos de los terrestres para conquistar y colonizar Marte, su contacto con los marcianos (de apariencia pacífica y con poderes telepáticos) y el efecto en la población del planeta rojo de una masiva guerra nuclear en la Tierra.

En esta novela, también llevada al cine y protagonizada por el actor norteamericano Rock Hudson, se ven reflejados los temores y las ansiedades que prevalecían en la sociedad norteamericana durante los años de la naciente era atómica: el miedo a una conflagración nuclear mundial, el deseo de una vida más simple alejada del torbellino tecnológico, el temor a poderes políticos extranjeros y las reacciones contra la censura y el racismo.

Con estos títulos Ray Bradbury logra además ser reconocido por sus novelas de ciencia-ficción y fantasía, estableciendo miradas bastante sombrías y críticas sobre el devenir de la sociedad humana, a las que no le faltan trazos líricos en una exposición que suele fustigar la desproporción tecnológica, el totalitarismo y las desigualdades.

Otra de sus obras más reconocidas es “El hombre ilustrado”, de 1951, en donde cada historia nace a partir de los tatuajes en el cuerpo de un hombre. Vemos también en estos relatos los temas constantes que caracterizan su obra: relatos de tinte fantástico, no exentos del matiz poético, de la búsqueda eterna de la felicidad, en perpetua conexión con la paz y solidaridad que brotan de los pueblos y lejos de filosofías dogmáticas.

Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde…

En 1953 aparece la novela “Fahrenheit 451”, otro de los trabajos célebres de Bradbury.

La historia se sitúa en un futuro en el que los libros son prohibidos. Una sociedad en donde se pretende generar felicidad, a través del control global del pensamiento individual y poniendo en relieve todo aquello relacionado con el placer, la diversión y las emociones triviales. Los libros generan ideas propias que deben ser erradicadas y atentan contra la ingenuidad, necesaria para alcanzar este estado de felicidad.

Montag, su protagonista, pertenece a un cuerpo de bomberos con una característica particular: deben quemar cualquier libro que la gente posea. Todo debe apuntar hacia la uniformidad y el conformismo. Leer puede generar seres diferentes y eso es peligroso y desestabilizador.  

Su acción posterior, cuando comienza a leer y acumular libros y se une en los bosques a los hombres-libro, grupo de rebeldes que memoriza trabajos enteros de literatura y filosofía, en abierta resistencia a las acciones de ese Estado totalitario. Montag, que se unirá a este grupo, refleja en su acción la necesidad de promover un cambio ante la apariencia inquebrantable de ese mundo.

Tal como en su momento lo hicieron “Un mundo feliz” de Aldous Huxley o “1984” de George Orwell, en “Fahrenheit 451” vemos cómo Bradbury narra una contrautopía literaria en donde se ve cómo el control excesivo, con el fin de someter a las poblaciones, genera sus propios procesos de resistencia.

El intento de dominación se topa siempre con un núcleo indoblegable en el alma de los mismos seres humanos. Algo que ningún tipo de presión, seducción o violencia puede destruir.

Bradbury la consideraba como su única novela de ciencia ficción.

Según sus palabras:

“En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad “Fahrenheit 451”. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no”.

Más historias, más relatos, más fantasía…

Su interminable producción literaria (por la que ha recibido innumerables premios), incluye otros títulos de relatos como “El país de octubre” (1955), “El vino del estío” (1957), “El día que llovió para siempre” (1959), “Twice 22” (1959), “Una medicina para la melancolía” (1959), “Ris for Rocket” (1960), “La feria de las tinieblas” (1962), “Las maquinarias de la alegría” (1964), “The Vintage Bradbury” (1965), “S is for Space” (1966), “Leviatán 99” (1966), “Canto al cuerpo eléctrico” (1969), “Fantasmas de lo nuevo” (1959), “Sueño de fiebre y otras fantasías” (1970), “El árbol de las brujas” (1972), “El maravilloso traje de color vainilla” (1972), “Columna de fuego y otras obras” (1973), “Mucho después de medianoche” (1976), “El último Circus y la electrocución” (1980), “Memoria de un crimen” (1984), “La muerte es un asunto solitario” (1985), “Cementerio para lunáticos” (1990), “Más rápido que el ojo” (1992), “Ahmed y las máquinas del olvido: Una fábula” (1998), “De la ceniza volverás” (2001), “Matemos a Constance” (2002), “Algo más en el equipaje” (2002), libro por el cual ganó el Premio Bram Stoker o “The Cat`s Pajamas: New Stories” (2004).

En su relato “Canto al cuerpo eléctrico” (“I sing the body electric” en el inglés original), nos encontramos con un Bradbury preocupado por la vejez, por el paso del tiempo, con sus pérdidas y crecimientos. El personaje principal es una abuela robot comprada especialmente para hacerse cargo de unos niños que han perdido a su madre.

El otro Ray Bradbury

Ray Bradbury no sólo ha sido novelista, también ha escrito innumerables guiones de televisión, ensayos y poemas. Ha incursionado además en el género policial y en el relato costumbrista y realista, por lo que no puede circunscribirse a este autor sólo a la literatura de ciencia- ficción y ni siquiera al género fantástico. Dentro del campo de los guiones cinematográficos, se encargó de  la adaptación de “Moby Dick” (1956) de Herman Melville,  en la película dirigida por John Huston.

A lo largo de su vida, a Ray Bradbury le gustaba contar una anécdota con un mago que había visto en una feria en 1932, Mr. Eléctrico. Al final de su actuación Eléctrico se acercó a Bradbury, por entonces un niño de doce años, lo tocó con su espada y ordenó: “¡Vive para siempre!”.

El escritor dijo más tarde:

“Decidí que era la idea más grande que jamás había escuchado. Empecé a escribir todos los días. Y nunca he dejado”.

Y es así que Bradbury atravesó sus años (y los de varias generaciones, a través de sus libros) con un desborde de imaginación, de reflexión y de construcción de mundos que nos invitaban a desafiar lo dado, salir de las cuatro paredes de nuestra habitación y disponernos a la aventura en mundos desconocidos, atrapantes y misteriosos.

Se preocupaba en cuestionarse el modo de vida actual, también se adentraba en el reino de lo fantástico y maravilloso, con un estilo poético, muchas veces provocativo.

En su niñez, Bradbury fue muy propenso a las pesadillas y horribles fantasías, que acabó por plasmar en sus relatos años después.

Nos quedan sus relatos y novelas como legado de su inagotable imaginación de niño en cuerpo de adulto...

por Asociación Argentina de Lectura