Diciembre 2011
La lectura y la calidad de la educación
Liliana Julia Suetta Alinovi
En la Revista “La Lectura” de Noviembre de 1998 escribí un artículo que titulé “Aprender a Leer o Leer para aprender”. En él comentaba los resultados de una investigación que, como integrantes del Departamento de Investigación del Normal Nº 9, realizamos con la Prof. María Ruth Pardo Belgrano.
Las conclusiones de esa investigación nos permitían concluir acerca de la importancia de la lectura como instrumento indispensable para el acceso al conocimiento.
En la investigación habíamos trazado una relación que considerábamos significativa entre la lectura y el aprendizaje de tipo académico. Los resultados fueron sorprendentes porque aún aquellos alumnos que no demostraban un hábito lector amplio, obtenían resultados académicos más que satisfactorios. Estos datos parecen que se mantienen estables a pesar de los años transcurridos, porque los informes acerca del nivel de rendimiento de los alumnos de escuelas secundarias muestran que se produjo un mejoramiento en asignaturas del área de Ciencias Sociales, Naturales y Matemáticas pero sin embargo el rendimiento en Lengua desmejoró. Frente a estos datos se plantean algunas preguntas de difícil respuesta. Si la lectura es el instrumento indiscutido para el acceso al conocimiento, ¿cómo puede entenderse que se mejoró el aprendizaje en las áreas en las que la lectura es indispensable? Sin dudas estas reflexiones ameritan un análisis más profundo desde el concepto mismo de aprendizaje, de las estrategias para llevarlo a cabo, como así también desde el punto de vista de la enseñanza. Este análisis excede el espacio de este artículo, sin embargo pueden plantearse algunas líneas de trabajo que no son más que propuestas para reflexionar y repensar el trabajo que desde la escuela se realiza con la lectura.
Hay un primer hecho que a veces por obvio, no se valora como elemento de investigación, y es ¿cuánto interés tiene el maestro medio en la lectura? Si los estudiantes del profesorado no tenían instalado el hábito durante el proceso de formación, cuándo lo desarrollan para poder desplegarlo en sus alumnos? Porque debemos partir de una premisa básica “..Nadie puede enseñar lo que no sabe ni le interesa desde lo personal” y de aquí se desprende otro hecho básico, la lectura es un contenido de enseñanza. Esta última afirmación es la que debería convertirse en el objeto de análisis, estudio y problematización. Sugiero reflexionar acerca de algunas premisas que pueden ayudar a focalizar el sentido de la enseñanza de la lectura.
Las nuevas autoridades educativas de la Provincia de Buenos Aires, ya han anunciado que se entregarán libros a los alumnos de todos los niveles para que vayan formando su biblioteca personal. Esto ya se hizo en más de una oportunidad por lo que sería importante cuestionarse acerca de otras variables que deberían considerarse si se tiene como objetivo el mejoramiento en la calidad de la Educación y se toma la lectura como un eje de singular importancia para llegar al logro establecido. Planteo aquí algunas premisas sobre las cuales me parece significativo reflexionar:
Estas son solo algunas ideas que deben ser profundizadas y analizadas pero, no quiero dejar de expresar que si pensamos la escuela como un agente cultural, ella no puede desperdiciar la oportunidad de fomentar la lectura no solo para los alumnos sino también para los docentes de todos los niveles.