Agosto 2011

La importancia de la literatura de tradición oral

Lic. Alicia Esther Pereyra

En el universo infantil, tal como reconoce Margaret Meek (1982), la tradición oral es adquirida integralmente y recreada una y otra vez en cada generación, a través de la narrativa, la que permanece como hábito cognitivo y afectivo en el adulto, y se aprende en solidaridad con quienes afinan la escucha y dedican un tiempo para contar. En el recuerdo, el pasado sigue vivo, proporcionando otra memoria al traer al presente lo que se ha escuchado decir, ya que contar es una acción más veloz, inmediata y vigorosa que escribir. Así se mixtura este mundo conocido a través de culturas orales, escritas y audiovisuales, entendido como verdadero, natural y naturalizado, y esos otros, de la inventiva y la imaginación, como mundos posibles.

Pensar en los complejos mecanismos de apropiación de las formas narrativas supone recuperar el análisis de Jerome Bruner (2004), para quien las realidades psicológicas son creadas de manera solidaria al lenguaje, ya que la subjetividad se construye a través de sus usos como actos de significado. La narrativa como modalidad del pensamiento se pone en juego al pergeñar una historia y buscar cierta semejanza con la vida, garantizando de esa manera la construcción de sentido de la experiencia. Desde allí, la literatura se va desplegando desde la construcción de la voz narrativa y la metáfora, subjuntivando la realidad, como capacidad de inducir a la interpretación y crear una narración propia, otorgando extrañeza, tornando difuso lo evidente, velando y desvelando a la vez, en un continuo actualizar de nuestra historia e interés por acoger lo particular, sorpresivo e inesperado.

Resulta, por ello, sumamente relevante atender la productividad y riqueza de las lecturas y escrituras que se entraman en la recuperación de los relatos de tradición oral, en los que juegan un papel primordial las características idiosincráticas de los alumnos y alumnas, configuradoras de sus modos de conocer y de ser, transmitidas por la memoria verbal que los recorre y dota de sentido. Advierte Kieran Egan (1994) que la forma del relato constituye un universal cultural; todo el mundo en todas partes disfruta de las narraciones, resultante del reflejo de una modalidad básica de dar sentido al mundo y a la experiencia. Adentrándonos en la fantasía de los niños, podríamos darnos cuenta de que, más allá de la dificultad con la articulación y clasificación de conceptos, los dominan y utilizan en la elaboración y escucha de historias, de manera flexible y con facilidad. El conocimiento no sólo se edifica mediante la experiencia, sino que la mente aporta de forma constructiva sus propias contribuciones, profundamente, para dar sentido a los nuevos conocimientos. Las criaturas fantásticas y los sucesos extraños resultan atractivos porque invaden los relatos míticos del mundo y pueblan nuestros sueños, reflejando parte de la vívida creatividad imaginativa como actividad intelectual.

Esas historias que oímos desde nuestros primeros años ofician como herencia de la memoria verbal, el sentimiento, la valoración, los códigos, la retórica, los mecanismos de transmisión que integran nuestra identidad sociocultural. Nutrida de la tradición, en palabras de Martos Nuñez (2008), como experiencia atesorada y confluencia de textos y discursos, conforma la experiencia vital en tanto forma privilegiada de transmisión de lo literario. Recreando la experiencia hecha relato, la prolongamos, pensamos en ella, depositamos lo creído, deseado o temido, incluso nos resistimos, sabiendo que ciertos tipos y calidades de realidad se producen en la interacción entre lenguaje e imaginación.

La literatura de tradición oral, por ello, ofrece la posibilidad cierta de revisitar la cultura y la experiencia de una comunidad, conservando los conocimientos ancestrales, como historia verídica que se cuenta en voz baja, formadora de la literatura de un pueblo. De acuerdo con Celso Lara Figueroa (2003), el mito, la leyenda y el caso, como estados en que se transmite una narración, se estructuran en torno de actos mágico-religiosos que son objeto de fe por parte de quien los narra; en la leyenda, además de entretener, se da una moraleja o enseñanza, ligada a los valores morales, mientras en el cuento, el fin primordial es deleitar y distraer al que escucha. Por su parte, la especificidad de los casos o sucedidos reside en que se presentan menos estructurados, con un desarrollo limitado y la particularidad de una pretensión de veracidad que transcurre en esa zona fronteriza con lo real, cercana más a la crónica.

Tal como refiere Adolfo Colombres (1.998), vivimos bajo la ingenua suposición de que la realidad es naturalmente como la percibimos, pero sus interpretaciones no expresan verdades eternas y absolutas. Lo que ocurre en el universo simbólico no es más que una traducción al imaginario de determinados hechos, que no coinciden con los narrados por el símbolo, ya que este siempre disfraza, traspone y se desliza en ese vaivén delicioso entre realidad y ficción. Nuestra tarea como educadores nos convoca, por ello, a trascender los sentidos comunes en torno de la noción de literatura, ampliándola y enriqueciéndola con este verdadero acervo cultural y experiencial hecho palabra viva, para favorecer así este encuentro entre culturas y entre generaciones, transmitido de boca en boca, en el devenir infinito del tiempo.

Bibliografía

Bruner, Jerome (2004) Realidad mental y mundos posibles. Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia. Barcelona: Gedisa

Colombres, Adolfo (1998) “Oralidad y literatura oral”. Revista Oralidad, Lengua, identidad y memoria de América, Nº 9. ORCALC. Portal de la cultura de América Latina y el Caribe [en línea]. Disponible en: https://www.lacult.org/docc/oralidad_09_15-21-oralidad-y-literatura-oral.pdf [2.009, 25 de enero]

Egan, Kieran (1.994) Fantasía e imaginación: su poder en la enseñanza. Madrid: Morata

Lara Figueroa, Celso (1993) “Algunos problemas teóricos de la Literatura Oral”. Revista Oralidad, Anuario para el rescate de la Tradición oral de América Latina y el Caribe, Nº 5. ORCALC. Portal de la cultura de América Latina y el Caribe [en línea]. Disponible en: www.lacult.org/docc/oralidad_05_28-31-algunos-problemas-teoricos.pdf [2.009, 28 de enero]

Martos Núñez, Eloy (2.008) “El trabajo con textos orales a la luz del concepto de «tradición»: consideraciones desde la didáctica de la lengua y la etnografía”. Facultad de Educación, Universidad de Extremadura. Serie Literatura Popular de Tradición Infantil. Lírica y romancero. Portal Biblioteca de literatura infantil y juvenil. Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes [en línea]. Disponible en: https://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/91327263090598054532279/p0000001.htm [2008, 12 de diciembre]

Meek, Margaret (1.982) “¿Qué se considera evidencia en las teorías sobre literatura para niños?” Theory into Practice, vol. XXI, N° 4. Traducido en: Un encuentro con la crítica y los libros para niños, Caracas, Banco del libro, Parapara Clave

por Asociación Argentina de Lectura