Mayo 2011
La lectura y la libertad
Graciela Rosa Gallelli*
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*“…No es sorprendente que los libros hayan despertado, a lo largo de la historia, la desconfianza, el recelo y el temor de quienes se creen dueños de las verdades absolutas, de todos los dogmáticos y fanáticos que han sembrado el odio y la violencia en el curso de la civilización…” *
Estas palabras forman parte del discurso pronunciado por Mario Vargas Llosa en la inauguración de la 37º Feria del Libro, en nuestra Ciudad de Buenos Aires, el 21 de abril del corriente año. No es gratuito que el título de su conferencia fuera *La libertad y los libros… y, más allá de sus ideas políticas o de su ideología, es imposible discutir su valor como escritor ya que no en vano acaba de recibir el Premio Nobel de Literatura por su novela El diario del celta. Y justamente estas palabras traen el recuerdo del lema utilizado por la Editorial Universitaria de Buenos Aires, justamente para una Feria del Libro - ocurrida en los primeros años de restauración de la democracia en nuestro país- que rezaba: “Libros para ser libres”.*
**En consecuencia, si hablamos de libros y de libertad, no podemos dejar de asociar la lectura a la libertad… Pero ¿por qué esa asociación? No es difícil responder:
- porque la lectura “abre las cabezas” – al decir de nuestros adolescentes – y permite ver más allá de lo que intentan mostrarnos quienes ejercen el poder o de quienes intentan dominar la opinión pública;
- porque la lectura nos da la libertad de alejarnos de este mundo real que nos rodea y vivir – aunque más no fuera por algunas horas – en un mundo de ficción donde se hacen posibles los imposibles de la vida cotidiana;
- porque la lectura nos permite identificarnos con innumerables personajes que, si bien viven sus propias vidas, en muchas ocasiones nos ayudan a vivir la nuestra a partir de la libertad de elección y de decisión;
- porque la lectura nos acerca a la libertad de comprender, por nuestros propios medios, los mensajes que pretenden manipular nuestro pensamiento y guiar nuestra decisiones como ciudadanos de un país que intenta hacer crecer su democracia;
- porque la lectura nos alimenta la posibilidad de elegir en todos los órdenes de la vida;
- porque la lectura nos permite vivir no sólo nuestras propias vidas, sino también las vidas de muchos que, o bien han pasado por las páginas de obras de ficción, o que siendo nuestros coetáneos, dejan plasmados sus pensamientos, creencias e ideas, en innumerables páginas de periódicos, revistas, libros o cualquier otro formato textual al alcance de la mayoría de quienes poseen la libertad de leer;
- porque la lectura facilita el ejercicio de otras libertades – enumeradas muchas de ellas en el Art. 14 de nuestra Constitución Nacional – tales como la de enseñar y aprender, la de peticionar a las autoridades, la de publicar nuestras ideas por la prensa sin censura previa…
- porque la lectura nos da la libertad de defender nuestros derechos como trabajadores en una sociedad no siempre justa en la repartición de las ganancias o de los beneficios obtenidos en un trabajo legal y digno;
- porque la lectura nos permite el acceso al conocimiento y a la información en general…
La lista de los “porqué” podría multiplicarse, pero valdría la pena tomarahoraconciencia de la libertad que nos da la posibilidad de leer en el desarrollo cotidianode nuestras vidas. Basta analizar algunos actos de lectura que realizamos diariamente, en forma casi inconsciente, y que nos permiten un libre desempeño de nuestras actividades:
- “leemos” la hora en el reloj todas las mañanas;
- leemos los titulares del diario que acabamos de recibir;
- leemos aquellos datos o noticias que pueden resultar de interés, o casi necesarias, para nuestro transitar diario,
- leemos el recorrido del medio de transporte que abordaremos, así como los nombres de las calles o de las estaciones que recorremos;
- leemos un cartel…una publicidad…un informe en el trabajo…un anuncio en la calle… etc., etc.
¿Alguna vez nos imaginamos nuestra vida diaria si no pudiéramos leer? Sí, no tendríamos la libertad de la que gozamos, casi sin darnos cuenta; no podríamos trasladarnos de un lugar a otro sin depender de nadie; no podríamos ejercer nuestro derecho de elegir, en los distintos órdenes de lo cotidiano… Y no podríamos vivir esa “magia” que envuelve de tal modo a la lectura, que nos atrapa y parece alejarnos, en manos de la literatura, del mundo que nos rodea. De ahí, que la lectura y al libertad van de la mano, porque todo el valor del mundo mágico o real de la lectura se perdería si los textos fueran impuestos o censurados, si no pudiéramos elegir, con total libertad, qué leer…
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