Diciembre 2010
AHORA
Mientras el tiempo se disipe terco
entre los pliegues
de nubes de nostalgia,
mientras la noche me acompañe en vela
y me arrebaten blandas
las garras del recuerdo,
seguiré buscando la luz de la palabra
que resuena atrapada en mi conciencia.
Cuando la encuentre,
-si alguna vez la encuentro-,
caminaré extasiada cuesta abajo
con el tesoro del verso
entre mis manos.
Mas por ahora,
por ahora, yo sé,
-me cuesta hasta admitirlo-
como una estatua en medio de la plaza
sigo testigo ignorante
del lento evaporarse
de mis horas.
TAL VEZ UN POEMA
Ya no me caben
las sombras que alimento
en los instantes
que besan los silencios
Parajes del desierto
hoy despliegan las alas
y apartan pensamientos.
Y vuelan... Vuelan
desangrando en el aire
el eco que te nombra.
Aterida la tarde está en la espera.
Tal vez decanten vinos añejados, furtivos,
y entonces,
sin mediar pretensiones
cabalgarán palabras
erráticas y tercas
bebiéndose a renglones,
sin que yo las domine,
ese camino arisco y vertical
de mi poema.
OBSTINACION
Tu foto todavía
velando en la pared.
Anclada de memorias
me abrigo en la costumbre
de no tenerte. Entonces,
basta apenas un límite
y luego la resaca impávida de años
y el vértigo, el hastío,
la aspereza vestida
de raso y de silencios.
Y por debajo
el corazón
aleteando
tan tibio
tenaz
irremediablemente empecinado.
TODAVÍA
No sé si mi sueño de vos ha terminado.
Me he levantado y he vuelto a caer,
y sin embargo
ni tiembla la tierra, ni a nadie le importa.
Pero aún cuando se agiten
memorias de tus huellas,
aún cuando respire del adiós
las consecuencias,
todo parecerá vano. Hasta que un día,
en plena conciencia de la tarde,
seremos vos, el horizonte, y yo,
un ocaso tardío que te abrace.
Sí. Todavía me queda la tarde.
ESA ESQUINA
Se deshojan las luces como esclavas
del viento de la tarde.
Aprietan los recuerdos
en el tintinear de marquesinas
que llueven hacia el cielo.
Corrientes y Callao
La Opera, un pocillo
fumante de café.
Se detiene el aliento.
Sólo un sorbo le basta.
Pasmado
el espíritu se abre sin reparos
al insondable devenir
de la nostalgia.
En el aire, el sosiego,
el encuentro conmigo.
Me pierdo en las paredes
consciente de perderme.
En la madera, ausente,
me voy peregrinando.