Diciembre 2009

María Elena Camba

Yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente.”

Jorge Luis Borges

****Hacia una nueva forma de lectura


¿Cómo se transformarán los libros a partir de las nuevas tecnologías? E-books o libros electrónicos, hipertextos construidos por múltiples protagonistas en una escritura colectiva, son algunas de las posibilidades en la actualidad. Editores, diseñadores y especialistas en tecnología se encuentran comprometidos en la creación del futuro del libro. Texto, imagen, color y sonido están conectados en los nuevos soportes tecnológicos. Las fronteras de lo escrito se extienden en diversas direcciones: los textos pueden leerse como estamos habituados o uno puede establecer otros recorridos: cambiar en cualquier momento a la versión audiolibro, en la que el mismo autor lee el libro con un fondo musical, elegir el punto de vista desde el cual se leerá un texto, o compartir experiencias de escritura colectiva. Leer ya no es lo que era.

Hoy existen dos caminos posibles: una escritura que podríamos definir como tradicional o lineal y, por otro lado, la hiperficción.

Para el primer camino, el libro electrónico no producirá grandes cambios, salvo la forma. Continuará con una secuencia planteada por el autor y seguida fiel e ineludiblemente por el lector. Tendremos algunas ventajas: ahorro de papel, posibilidad de cambiar el tamaño y color de la tipografía, la posibilidad de almacenar gran cantidad de textos en un mismo soporte.

El otro camino, el de la hiperficción, es el que abre un abanico infinito e inesperado de posibilidades creativas. Cada lector desarrollará una estrategia personal de lectura, re-creando el texto, no sólo en cuanto a los contenidos sino también en cuanto a su organización textual.

La posibilidad de que el lector elija desde qué punto de vista leerá un texto ya se encontraba presente en algunas obras de Pirandello o en el Ulises de James Joyce, pero el final era el mismo, la conclusión a la que se arribaba seguía requiriendo una lectura lineal.

Ahora asistimos a un cambio mayor, una escritura de la fragmentación, de la relatividad, acorde con los tiempos que vivimos. Hay un cambio de paradigma, nada es absoluto, no hay una única verdad ni un solo camino. El acto de lectura de un mismo texto será una experiencia totalmente distinta de un lector a otro. No sólo incidirán las experiencias, idiosincrasia, y nivel cultural del lector sino además el camino que elija cada uno para acceder al texto. En ese recorrido, cada lector se convertirá en protagonista y artífice de la historia.

Como ejemplo de una novela hipertextual, podemos citar Two-Five-Three (https://www.ryman-novel.com/(https://www.ryman-novel.com/)) de Geoff Ryman, que describe un accidente en el metro de Londres. Pero ese argumento es casi un pretexto, porque lo importante de la obra es la descripción de las personalidades de un grupo de pasajeros que viajan en siete vagones diferentes. En esta obra, la trama en el sentido convencional casi no existe. Es, sobre todo, un catálogo de descripciones de personas. Un largo compendio de vistas psicológicas de hombres y mujeres con sus sueños y sus miserias. Cada pasajero tiene su ficha en la que se traza su aspecto exterior, lo que ese individuo hace en la vida y sus expectativas y lo que está haciendo o pensando en el momento preciso en que está en el tren. No hay diálogos, no hay casi hechos. Es como un bodegón de seres humanos inmortalizados en una situación dada. El interés de la obra (también editada en papel) está en esa instantánea de un momento cualquiera en un metro de una gran ciudad. Representa el mapa mental que uno mismo dibujaría mientras recorre el trayecto entre dos estaciones mirando a derecha e izquierda ya que, fuera, por las ventanas, sólo se ve la negrura del túnel.

Los enlaces entre los doscientos cincuenta y tres pasajeros, sus ocupaciones y sus acciones se entremezclan de una manera compleja.

Presuntamente, al final del relato (ya que, en la versión digital, el lector podría saltearse las 253 descripciones) el convoy sufre el accidente y podemos leer qué ocurre con cada vagón y sus ocupantes pero de manera breve y casi como si se tratara de una noticia periodística muy escueta.

Como experiencias de escritura colectiva, se puede citar la de Leandro Vesco, que escribió una novela sobre Carhué, desde su fundación y hasta la actualidad. Inventó una leyenda sobre una misteriosa vertiente de soda que produce amnesia. El autor, con la trama concluída, colgó algunos capítulos en Internet y a través de una página de Facebook dejó que la segunda parte de la obra se escribiera sola. Varios habitantes de Carhué se convirtieron en personajes activos, aportando pistas, imágenes y más relatos sobre el misterio de la soda.

En esta experiencia los lectores se apropian de la historia gestada por Vesco y la continúan, haciéndola propia. Parecería que volvemos a la tradición oral, cuando las historias iban de boca en boca, de generación en generación. Una persona escribe comentarios o modifica un texto y da lugar a otros que pertenecen a la red. A medida que cada persona corrige, modifica y amplía el texto, éste cambia continuamente, almacenándose en una versión diferente. *La lectura adquiere así un carácter activo e interactivo. *

Para aquellos que nos criamos con el libro impreso, nos cuesta acostumbrarnos a estos avances y sentimos nostalgia por el contacto con el papel, por la impronta afectiva que permanece en ese libro de nuestra infancia o adolescencia que todavía guardamos en un rincón de la biblioteca.

Recorrer las páginas amarillentas de El príncipe valiente de Harold Foster o Lasaventuras de Sissi emperatriz de Marcel D’.Issard, lecturas de nuestra infancia; Un mundo feliz de Aldous Huxley, Sidharta de Herman Hesse o 1984 de George Orwell, íconos de nuestra adolescencia, nos emociona.

Parte de nuestra identidad se conserva en esos libros y, al rozar sus páginas, vuelven nuestros recuerdos. Desprendernos de ellos o imaginar leerlos en otro tipo de soporte nos resulta una tarea imposible. Pero no podemos negar que la relación que tendrán los chicos de las nuevas generaciones con el libro será diferente, no tendrán el mismo apego al libro de papel, ya que existirán otros soportes para transmitir la información. Tampoco optarán por esa linealidad con que concebimos la lectura sino que la interactividad será el camino que elegirán o que quizás les resulte más atractivo.

Es nuestra tarea, entonces, adecuarnos a estas transformaciones y descubrir qué tipo de estrategias lectoras implementaremos para acceder a estos nuevos desafíos con que nos enfrenta la lectura. en este controvertido siglo veintiuno.

por Asociación Argentina de Lectura