Agosto 2009
Bertha Bilbao Richter
En el breve espacio de esta Mesa Redonda que tengo el placer de compartir con distinguidas docentes especializadas en Literatura Infantil y Juvenil, mi intención es destacar las implicancias pedagógicas de El regreso del Joven Príncipe, la narración ficticia de Alejandro Roemmers, tan comentada en estos momentos por los medios gráficos, radiales y televisivos y que ha merecido ya importantes estudios críticos en el país y en el exterior.
Mi lectura, pretendidamente hermenéutica titulada "Viaje al corazón" y agregada al libro por su autor, releva los valores éticos y estéticos que ofrece la obra, su sentido simbólico y su carácter revelatorio; al mismo tiempo, subrayo la sencillez, la profundidad y la belleza con que el escritor ha logrado plasmar en un contexto moderno el relato mítico del "viaje del héroe" cuyo destino es el "corazón" que en algunas lenguas primitivas, significa la conciencia, el pensamiento reflexivo.
El regreso del Joven Príncipe, de Alejandro Roemmers es un libro revelador que contiene en cada frase una ayuda para acercarse a la felicidad. Es una historia que toca la esencia del corazón humano y será inolvidable para los lectores.
Presenta a un viajero por las desoladas rutas de la Patagonia que encuentra a un adolescente desvalido con quien inicia un diálogo profundo y sorprendente que va planteando los interrogantes de la existencia humana. El viaje se transforma en un recorrido espiritual que va de la inocencia a la madurez. Las identidades del viajero y del Joven Príncipe se van confundiendo. Llega un momento en el que descubrimos que el Joven Príncipe está en el corazón del viajero que ha respondido las preguntas de su interlocutor imaginario encontrando las respuestas en su propia conciencia. Es decir, el protagonista ha realizado un viaje de intranauta, hacia adentro de sí mismo. Este viaje tiene significativamente la duración de tres días.
Finalmente, nos preguntamos qué busca el Joven Príncipe en su retorno a la Tierra. Desde el comienzo del libro sabemos que el adolescente no es otro que el Principito de Saint Exupery, pero a diferencia de éste que regresó a su asteroide, entristecido y desilusionado, el Joven Príncipe de Alejandro Roemmers vuelve para quedarse, para inducir a los hombres un cambio de sensibilidad, que es connatural al pasaje iniciático que constituye el eje subyacente de esta narración. En efecto, el Joven Príncipe evidencia su deseo de ayudarnos a obtener una nueva dimensión existencial, un modo de ser auténticos que nos defienda del nihilismo, de la tristeza, de la desilusión.
Recordemos que el Príncipe de los cuentos tradicionales, representa la forma rejuvenecida del rey padre, es el sol naciente observa Pérez Rioja en su estudio sobre los símbolos; su misión es poner fin a situaciones penosas o difíciles y propiciar una nueva etapa de felicidad.
La literatura, en especial aquella dirigida a niños y adolescentes, lejos de ser un mero juego, entretenimiento o artificio textual, vuelve, en este libro, a enmarcarse como arte e instrumento humanista al servicio de la cultura y a rescatar su valor de mediación sensible en la construcción del conocimiento.
Todos los educadores sabemos que los cuentos, en especial durante la infancia y la adolescencia, contribuyen al desarrollo cognitivo y lingüístico y por su mensaje, a la formación ética de los escolares, no por vía racional sino a través de la emoción, del sentimiento. De ahí que me permito recomendar este libro para los últimos grados de escolaridad primaria, para el ciclo secundario y particularmente quiero pedir a los docentes y a quienes se están formando en esa carrera, la adopción del Joven Príncipe, ya que son las más eficaces mediadoras entre los niños y jóvenes y la buena literatura.
Las razones que expongo, de manera ejemplificativa y no limitativa, son las siguientes:
El libro mencionado llena un vacío en lo que concierne a la construcción de valores necesarios, tanto para la formación de la persona como para su inserción en la sociedad.
Lleva a los lectores a considerar las dificultades o problemas que la vida plantea, a la búsqueda de soluciones o de superación de las mismas, para el logro de la autosuperación personal.
Conduce a la reflexión de las propias potencialidades y permite descubrir la de los otros.
Incluye pensamientos elaborados artísticamente, de manera analógica para una fácil comprensión de los receptores, acerca del amor al prójimo, la generosidad, la solidaridad, la posibilidad de elegir el camino a recorrer, de fijarse un rumbo, la visión de una realidad totalizadora y no fragmentada desde una percepción reductiva, la recompensa en felicidad como resultante del encuentro con el propio ser personal.
No está ausente la mirada comprensiva a los débiles, a los desheredados, a los corruptos, a los que hacen de la mentira un simulacro de la verdad.
Hasta el tema de la muerte, a menudo soslayado en esta posmodernidad, es presentado de una manera profundamente religiosa.
En síntesis, puedo afirmar que El regreso del Joven Príncipe, da las respuestas que todo joven necesita para una vida plena y feliz, para descubrir dentro de sí y también en el prójimo, al Joven Príncipe, símbolo de la conciencia en esta bella alegoría de viaje en el que el lector se sentirá identificado con el héroe, el mismo de los relatos maravillosos que no tienen otro fin que el acceso a un nivel superior de conocimiento del mundo y de sí mismo.
El regreso del Joven Príncipe, de Alejandro Roemmers es una novela conmovedora que en su brevedad nos ofrece una lección de vida y nos inicia en la comprensión del largo camino de aprendizaje que todos debemos recorrer.
Nota: El libro que ha motivado esta participación fue declarado de Interés Nacional luego de la evaluación del equipo técnico de la Secretaría del Ministerio de Educación: "...por su calidad literaria y atendiendo en general a la promoción de valores éticos que promueve, consideramos auspiciosa su circulación y lectura en las escuelas medias de nuestro país. La nota del profesor Alberto E. Sileoni, Secretario de ese Ministerio, dirigida al Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Alejandro Vaccaro, releva, además, "esa maravillosa fórmula de educación recíproca que *El Principito * proponía."
Ponencia en la Mesa Redonda de Literatura Infantil y Juvenil en la Feria del Libro. (30 de abril de 2009)