Todos los medios son metáforas activas por su poder de traducir la experiencia en formas nuevas. La palabra hablada fue la primera tecnología mediante la que el ser humano fue capaz de tomar distancia de su entorno a fin de captarlo de un modo nuevo.
Marshall McLuhan
Cuando Marshall McLuhan, allá por los años '60, despertaba la atención del público, algunos críticos apresurados lo acusaron de promover el fin de la cultura del libro y de proclamar (o quizá propiciar) el inicio de la era de la televisión. Una mirada más incisiva, repararía en que lo que McLuhan observaba, iba mucho más lejos en realidad: los formatos podían determinar el contenido de los mensajes, y de allí, el potencial poder que advertía en la televisión. La idea de concebir la forma como condicionante del contenido, provocadora algunas décadas atrás, acabaría resultando profética.
Actualmente, el contexto mediático ofrece una observación atenta: estamos viviendo un momento de grandes transformaciones. Luego de algunas décadas en que el discurso televisivo parecía dominar de manera determinante toda forma de comunicación social, las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación parecen haber irrumpido en el espacio mediatizado imponiendo un nuevo paradigma comunicacional que renueva como nunca antes el valor histórico de la palabra escrita. Desde las páginas web, hasta las publicaciones digitales, buscadores, e-mails, foros, blogs, chats, y tantas otras variantes de software social, vuelven a otorgar a la palabra escrita el protagonismo del que había sido desplazada por la relevancia de lo audiovisual.
Y en esta línea, podemos observar que promediando la primera década explosiva de la Red de Redes, se encuentra plenamente instalado el uso de los formatos digitales para la edición de libros, y con ellos, numerosas explicaciones sobre las características del formato electrónico. Entre ellas, no faltan teorizaciones sobre la estructura hipertextual que es propia de la dinámica de lectura que permiten estos nuevos medios de comunicación.
Ahora bien ¿qué es el hipertexto? Se trata sin duda de un formato propio del medio digital (aunque no estrictamente excluyente). Es difícil arriesgar una definición, procuraremos simplemente observar que se trata de un discurso cuya estructura se desglosa a partir de palabras, frases o títulos relevantes, que presentes en un texto dado, se vinculan a otros textos (o segmentos del mismo texto). Una aproximación hipertextual ya presente en el medio impreso, sería por ejemplo, las notas al pie de página. Pero lo novedoso reside en que en el formato digital, es posible explotar al máximo esta posibilidad de irrumpir el curso lineal del texto para profundizar, ilustrar o desviar el trayecto. Así, el lector hipertextual no tiene ya lo obligación de someterse a la linealidad preconcebida por el autor y se transforma en un partícipe activo del discurso. Eligiendo frente a las opciones que cada hipertexto ofrece a través de enlaces (hipervínculos o links), el lector construye su propia secuencia de lectura.
Landow, a propósito del hipertexto, dirá que se trata de un medio de comunicación que cambia nuestras relaciones con la información, los pensamientos y nosotros mismos. Que supone la evanescencia del centro, en constante movimiento. En otras palabras, el formato hipertextual impone una estructura en donde el lector va construyendo su propio trayecto.
Pero este análisis sobre el rol del lector va mucho más lejos. La evolución de las Tecnologías de la Comunicación, pone en escena nuevos desafíos para el lector que no solo tendrá la posibilidad de romper la estructura lineal para centrar la trama en su propia línea de pensamiento sino que podrá además, si lo desea, quebrar la frontera de la unidireccionalidad para escribir sus propias producciones textuales y compartirlas.
Los nuevos medios son pues, participativos y ofrecen diferentes niveles de interacción. Para realizar este análisis, tomaremos como punta de partida el formato tradicional impreso. Observaremos en este nivel que el lector, “atrapado” por la propuesta del autor, se dejará llevar por el texto, pasiva y unidireccionalmente.
Aparece luego el primer nivel de interactividad: el medio digital. Este soporte mediático supone (aún dentro de un plano unidireccional), una intervención del lector respecto del texto, en tanto lo reconstruye a través de los enlaces que se van presentando como opciones. A este procedimiento básico alude el concepto de “navegación”, metáfora que evoca el fluir de la estructura textual según los requerimientos de lector. Son ejemplos de estos formatos las enciclopedias digitales, el material en CDrom, y algunos recursos en línea.
En el segundo nivel, encontramos ya los medios que ofrecen al lector alguna instancia de participación. En este caso, surge un quiebre de la unidireccionalidad. El lector puede ahora convertirse en emisor dejando por escrito comentarios, sugerencias o incluso, publicar sus propios textos, previendo la apertura de éstos, a su vez, a los comentarios de otros lectores. El rol activo del lector se hace cada vez más evidente y evoluciona hacia una función más compleja en donde se va transformando en un lector-escritor. Ejemplos de este medio, son los foros de debate y su heredero directo, el blog.
El blog, cuyo origen no abordaremos en esta ocasión, es una herramienta que permite a cualquier usuario de la web, publicar sus propios escritos sin tener conocimientos de programación. De esta forma, el blog representa un punto de inflexión en el cual el lector se transforma en el emisor de sus propios textos frente a la probabilidad incluso de ser el punto de partida para el debate. Los blogs, por otra parte, permiten dar lugar a una red de relaciones personales entre lectores-escritores cuya consecuencia directa es la experiencia social. Se abre así el camino para una nueva instancia mediática: la experiencia cibersocial.
Existe aún un nivel todavía mas complejo en donde las nuevas tecnologías se proyectan frente a la oportunidad de la producción textual en trabajo cooperativo. Se trata pues, de recursos interactivos en línea que marcan, entre otras cosas, un cambio de paradigma que supone cambios culturales importantes respecto a la construcción del conocimiento, los derechos de autor y el compromiso del lector-escritor.
Estas tecnologías al servicio del conocimiento colectivo, conforman comunidades de lectores-escritores que se convocan virtualmente con el propósito de organizar, desarrollar y difundir contenidos a través de un texto en formato hipertextual, siempre provisorio y sujeto a permanente control y corrección.
El ejemplo emblemático de este recurso es la Wikipedia, enciclopedia redactada por lectores-escritores de todo el mundo, en permanente expansión. El proyecto Wikipedia esta basado en un software social, llamado wiki, especialmente diseñado para la producción cooperativa de textos.
Hay quienes piensan que la experiencia wiki no es, en esencia, una experiencia social, porque el sistema en sí mismo no propiciaría los vínculos personales. Sin embargo, creemos que la pertenencia centrada en un objetivo común, es de por sí un fenómeno cibersocial, que incluso puede trascender el entorno de trabajo cooperativo y retroalimentarse a través de vínculos personales entre los participantes de un proyecto dado.
Pero más allá de las posibilidades concretas del software social, es importante observar que estas tecnologías parten de una serie de principios a saber:
El conocimiento individual se enriquece y se construye en tanto forma parte del contexto de la sociedad del conocimiento.
La calidad del contenido se garantiza a través del monitoreo permanente.
Las jerarquías de los participantes se desdibujan, todos pueden supervisar y corregir.
La contribución individual refuerza el valor de la comunidades.
La reputación de cada miembro depende de su contribución personal y de la evaluación que el resto de los miembros realicen respecto de sus contribuciones.
Reparar el error supone un costo menor que ignorar el error: el lector-escritor se compromete con el proyecto del que participa.
Estamos aventurándonos en un tiempo en el cual la relevancia del texto escrito se potencia de un modo muy particular. El dominio de las competencias relacionadas con la lecto-escritura adquiere pues, una relevancia sin precedentes.
El lector, frente a las Nuevas Tecnologías, se sitúa ante la posibilidad (que desde ya, puede tomar o no) de convertirse en protagonista, asumiendo un rol definido por dos o incluso tres dimensiones complementarias, lo cual implica participar activamente como lector-escritor-supervisor. No se trata tan solo de lograr un criterio personal, sino de expresarlo y compartirlo.
Esto supone un panorama complejo en donde, como contraste de esta enorme posibilidad, se advierten importantes dificultades que no deberían dejar de tenerse en cuenta:
*Desde el rol del lector En los medios de comunicación tradicionales, es relativamente fácil identificar la fuente e incluso, como postula Verón, establecer un contrato de lectura, frente al cual, el lector sabe qué puede esperar de la fuente y qué no. Esta facilidad para delimitar la validez o importancia de una fuente, suele desdibujarse en el contexto virtual al que pertenecen las nuevas tecnologías de la comunicación. Esto exige por parte del lector, una mayor agudeza en la observación y una destreza más específica en relación a la comprensión lectora.
Por otra parte, la lectura a través de una estructura hipertextual, corre riesgo de “perderse” en un trayecto que lo aleje de lo que en realidad está buscando, por carecer de la habilidad necesaria para identificar los enlaces que más se ajustan a sus motivaciones. Esto implica saber discernir la relevancia de los potenciales enlaces respecto al eje central de su propio “texto interno”.
*Desde el rol del escritor La destreza en la expresión escrita requiere habilidad para identificar el contexto sobre el cual inserta su participación de manera tal que pueda adecuarse el registro. Es evidente que de este factor depende la posibilidad concreta de interacción en el medio virtual.
Por otra parte, deberá desarrollar la capacidad para producir un texto generando aperturas hipertextuales relevantes a través de una mirada estructural.
*Desde el rol del supervisor Poder diferenciar entre forma y contenido, resulta vital para el trabajo cooperativo. No es posible ejercer juicios adecuados sobre los textos publicados si no es posible distinguir en dónde reside el error o la carencia.
Del mismo modo, comprender la escritura ajena , revisarla y corregirla en el exacto punto en que ésto es necesario requiere una habilidad muy refinada y gran madurez por parte del lector. Esto implica, desde ya, identificar las limitaciones propias y evitar contribuciones cuando la forma o el contenido superen las habilidades o los conocimientos individuales.
En síntesis, la palabra escrita está adquiriendo a principios de este nuevo mileno una relevancia decisiva en el contexto de la Sociedad de la Información. Integrarnos a esta nueva realidad no sólo nos exige conocer la naturaleza de los nuevos medios sino desarrollar también las habilidades lecto-escritoras al nivel que estos nuevos recursos demandan. Porque, tal como hemos analizado, los medios que sirven hoy de soportes a la palabra escrita, le confieren al texto una significación compleja. Como profetizaba McLuhan, el medio es el mensaje, o por lo menos, influye notablemente sobre él.
LUCERO, M. M. Entre el trabajo colaborativo y el aprendizaje colaborativo en Revista Iberoamericana de Educación (enero-abril 2003)
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