Diciembre 2013
Por Graciela Rosa Gallelli
En las ramas del “árbol mágico” se esconden doce cuentos “para soñar” - como dice la autora en el subtítulo - para imaginar y para sentir el verdadero placer que brinda la lectura de una obra literaria.
En la Introducción, Ma. Guadalupe le habla al niño… pero no sólo al niño pequeño en edad, sino a ese niño que todos guardamos en un rincón del corazón, ya que las historias que aquí crecen y se desarrollan tocan muy de cerca la sensibilidad de lectores abiertos a hacer volar su imaginación.
Un árbol que no se deja cortar es capaz de contar cuentos porque tiene un corazón que late en su tronco, y miles de amigos que acuden en su auxilio para salvarlo del hacha de un leñador. Pero aquí no termina la magia, sino que recién se abre a la sensibilidad de quienes son capaces de ver, en lo cotidiano, mucho de maravilla y de fantasía. De maravilla, porque no sólo los personajes nos remiten a un mundo maravilloso, sino que también el estilo de la autora nos recuerda esos “cuentos maravillosos” – y valga la redundancia – con las repeticiones ternarias de hechos lejanos a la realidad: tres veces el leñador intenta cortarlo y tres veces fracasa en su intento, tres veces vuelve el pescador a su casa con un caracol – y aquí se aviva el recuerdo del cuento tradicional, recogido por los Hnos. Grimm, de El pescador y su mujer – hasta que el bien triunfa una vez más y todo llega a un final feliz.
La magia envuelve una vez más a los personajes cuando una camisa - la de Ladislao - es capaz de volar; o un planeta puede suspirar su soledad con tanta fuerza que deja de estar solo y le crece una flor azul, quien a su vez atrae a una mariposa de azúcar, ésta a una estrella espejito…y todos a una pareja de astronautas que llevan las palabras más dulces del mundo, todas hasta la más sensible y tierna, la palabra AMOR…Y así el mundo empieza de nuevo.
Al llegar aquí, los lectores deseamos que esta fantasía tiña la realidad de todos los días… Pero sigamos soñando con estos cuentos…
Un mantel –*El mantel más largo del mundo *-cobra vida y, en medio de onomatopeyas, repeticiones y colores, cubre todo un pueblo que lo llena de imágenes hasta que vuelve su dueño -el Mago Sombrero de Paja- y explica este extraño crecimiento, no tan extraño si lo comparamos con la vida de cada uno de nosotros, porque el mantel crece sólo cuando es amado, cuando es cuidado. Y así, y en recuerdo de los cuentos que poblaron nuestra infancia, el Mago se casa con Evelina, la joven que había desplegado el mantel.
Un beso perdido y una pared llena de sueños son los protagonistas de otros dos cuentos, donde no sólo la autora recurre a recursos ya nombrados -repetición de palabras, onomatopeyas, imágenes llenas de color- sino que también cita los nombres de grandes artistas, representantes de la pintura, como Marc Chagall y Antonio Berni.
Y del recuerdo de estos célebres pintores, la autora nos lleva a una casa mágica – Casaflor , donde suceden hechos insólitos.
Y El árbol mágicose cierra con la historia de Chirusa, una simpática yegüita.
Si bien se ha visto la presencia de imágenes llenas de música y de color, es de destacar que al pie de cada cuento se lee un texto breve que gira alrededor de la presencia de pajaritos de diferentes colores.
**Para cerrar el comentario de este libro lleno de magia y misterio, cabe destacar el valor estético de las ilustraciones, tanto la de la tapa realizada por Eugenia Allassia, como de las viñetas de Fernando Del Río, que acompañan cada historia.
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